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Trastos & Letras

METEORITOS

Cuando hay una lluvia de meteoritos procuro observarla en mi bunker subterráneo desde la tronera a ras de suelo. Los veo caer en oleadas, podría decir más gráficamente en arcadas, pero omitiré la sensación. Dejo pasar unos minutos hasta que la evidencia me dice que ha terminado el episodio. Al salir encuentro piedras diferentes, más grandes, más pequeñas, romas, punzantes, irregulares y más geométricas.
Llevo toda la vida observando estos fenómenos y desde los primeros he sido coleccionista de piedras. No sé decir la razón, pero unas veces escojo las pesadas, otras las regulares o las que me parecen tener forma escultural. Todas tienen su encanto y las guardo en mi museo particular de monumentos inanimados del universo.
Así me pasa muchas veces con las lecturas que cultivo. Ninguna es mejor que otra, aunque tengan virtudes diferentes. Ayer leía a Simone de Beauvoir y hoy a Mortadelo. Dos formas de romper el desencuentro, de vestirme de hombre que cavila, de hombre que ríe, que de todo somos parte y no por separado.
Brindo por el agua, la risa y la lluvia de meteoritos que ha sido entrar en contacto con la lectura, llena de personajes de comic llenos de calor, volcanes siempre dispuestos a una erupción de alegría.
Avec plaisir.

Hay amores que matan

Hay amores que matan

 

 

Al escuchar el portazo de entrada a casa sabia que esta noche tan poco sería tranquila , lo que ignoraba cual era el motivo que hoy utilizaría mi marido para golpearme y humillarme una  vez más.

 

-          Maria, donde cojones esta tu tarjeta del banco – vocifero mi amado esposo.

 

Volví acariciar una vez más mi maleta de piel y la empuje debajo de la cama  por miedo de que el la encontrara

 

-          ¿Donde esta la tuya?, yo ahora estoy con la cena y no puedo mirarlo – dije armándome de valor- además, para que quieres ahora la tarjeta del banco a las 8 de la noche?

-          Mira Maria, ¡no me toques los huevos que me tienes harto! Mira la carta del seguro de coche acabo de recogerla del buzón y dice que la han devuelto, te dije que quería el dinero en el banco antes del día 10.

-          Bueno Anton,no armes un drama por eso , ya lo miraras mañana que tienes todo el día ,

-          Ya estas echándome en cara que no trabajo hija de puta, ¿cuantos años te he mantenido? ¿Qué te crees que limpiando cuatro escaleras guarras mantienes esta casa?

-          Yo no he dicho nada, deja la carta encima del recibidor que mañana hablare yo con el director del banco.

 

Sabía que no podía darle la tarjeta de crédito, todo mi plan se iría al traste. Como no se me ocurrió mirar el buzón antes de subir a casa , hacia diez días que vivía con el corazón en un puño , pero mañana  seria el gran día y no podía dejar que esto lo estropeara.

 

-          De eso nada, ahora mismo bajare a mirar que es lo que ha pasado y como no hayas ingresado el dinero en su día hoy vas a dormir calentita, me tienes harto, no sirves  para nada.

-          Bueno Anton, por lo menos cena antes y ahora mirare donde esta la dichosa tarjeta.

 

Fui hacia la habitación y volví a mirar bajo la cama, ahí estaba la  maleta, metí la mano y en el bolsillo exterior saque el sobre, el billete, el pasaporte, el DNI, el dinero… estaba todo.

 Respire hondo.

 Abrí la mesilla,  y busque en mi monedero allí estaba la tarjeta de crédito.

 

-          Aquí tienes la dichosa tarjeta de crédito – dije.

-          Pues déjala ahí y a partir de ahora la voy a tener yo, que mucha libertad estas teniendo tú últimamente, y acuérdate de lo que te digo que como no hayas ingresado la pasta, tú sales hoy en las noticias, lo que te hice ayer van a ser cosquillas.

 

Definitivamente  tendría que hacerlo hoy, si no quizás mañana sería muy tarde. Las manos me sudaban y el corazón parecía que me iba a salir por la boca, pero a mis 33 años me quedaba mucho por vivir y no iba a permitir que siguiera matándome poco a poco cada día.

 

Busque a toda prisa un chándal y unas bambas que pensaba ponerme y  coloque mi abrigo en el colgador de la puerta, me metí en el baño a la espera de que  terminará de cenar y saliera hacia el cajero, tenia solo 5 minutos era muy poco, era casi un suicidio, si me encontraba con el por las escaleras lo tenia todo perdido.

 

Las 21  de la noche, hasta las 6 no salía el tren de la estación de sants, una angustia me invadía la boca del estomago, escuche un ruido y un portazo, corrí  hacia la habitación saque la maleta sigilosamente mientras escuchaba el sonido del ascensor subir, al oírlo alejarse hacia abajo salí y cerré la puerta, al cerrar me di cuenta de que me había dejado las llaves dentro, pero ya no las necesitaría, quien querría las llaves del mismísimo infierno.

Apreté el botón del ascensor que parecía tardar una eternidad, los nervios me  impedían esperar más, baje por las escaleras hasta el primer piso, la puerta de la entrada  se abrió, el corazón se le paralizó

Antón……………, me quedé agazapada en la oscuridad del rellano, espere  a que su Antón se metiera dentro del ascensor, iba sacando sapos y culebras por la boca, daba gracias a Dios  de que esta vez no iba a descargar su ira contra mi

Bajé las escaleras con miedo y al salir a la calle deslumbré un taxi que paraba a un pasajero.

 

-          Por favor a la estación de sants – dije con la voz entrecortada

-          Vale, vale, pero deja que salga la señorita del taxi – dijo el taxista bastante malhumorado.

-          Puedo sentarme delante

-          Si , hombre ,si, ahora meteré su maleta

Mientras el hombre metía la maleta en el maletero, le vi aparecer, cerré los ojos intentando que desapareciera, pero no lo hizo

 

El taxista se metió en el coche y se dispuso a arrancar, de repente paro bruscamente y dijo, conoce a ese señor que nos hace señas?

 

-          Si, es Anton, pero por favor acelere , no me gustan las despedidas

-          Debería decirle algo- dijo el taxista como divertido

 

Abrí la ventanilla y grite :

 

Adiós, Anton , Adiós

 

El gritaba , pero ya no escuchaba nada

 

-          Se ve que le quiere mucho – dijo el taxista

 

- Hay amores que matan – dije cerrando la ventanilla

 

 

 

Recuerdo (.1..)sigue..

 

Se mecía con la misma suavidad con la que el viento acariciaba su pelo el primer día que la vi. Resplandecía entre la luz del sol y las hojas de los álamos aquella mañana de primavera a lomos de su caballo, hacía ya cuarenta años y sin embargo conservaba aquella aura tan juvenil llena de inocencia y encanto. Viéndola así pérdida en su tiempo me quemaba el corazón con el mismo ardor con el que sentí su primer beso. 

Todavía me parece sentir el sabor refrescante del té  bajo las hojas de los viejos álamos que rodeaban el jardín del Café Alameda, el camino serpenteaba desde el pueblo hasta el club que distaba de tres o cuatro kilómetros de distancia, jardines y fuentes de alabastro convivían por los rincones más hermosos. Aquel día decidí pasar la tarde observando el devenir de la gente, escuchar sus comentarios, sentir el paraje, buscaba algo de inspiración para mi nuevo libro, la verdad es que hacía dos años no había escrito una sola palabra, y mi editor empezaba a abrumarme con telegramas, habia decicido no contestar las llamadas de telefono y en la recepción del hotel sólo me daban el recado, cosa a la que evidentemente hacia caso omiso.

 

 

Éste es el principio de una historia, a ver que os parece

—Esto no podía acabar bien. Era imposible. Aún no sé como no me enteré antes, pero cuando lo hice ya era tarde. Y… ese pobre chico. ¿Qué va a ser ahora de él?

 

Las palabras fluían de esa mujer con una gran amargura, al pie de aquella cama de hospital, blanca e inmóvil, muda y sola, llena de un dolor inconmensurable.

 

Todo carecía de sentido, era como un carnaval en el que las mascaras hubiesen caído de repente. El juego había terminado y ni siquiera sabía qué papel le había tocado desempeñar en él.

 

Nunca se había preguntado por la procedencia del dinero, ni siquiera una pequeña duda se había cruzado en su mente. La profesión de modelo era así, unos días unos ingresos desmesurados y otros nada. Las marcas eran caprichosas y no siempre te llamaban para su próxima campaña o para un pase de temporada, y de repente tenías que acudir a siete trabajos casi a la vez.

 

Bien es cierto que su extrema delgadez daba que pensar, pero nunca había sido una muchacha entrada en carnes, ni siquiera rellenita, pero…

 

Aquella tarde una sombra le cruzó por la mente, de repente su cabeza repitió el nombre de su hija “Clarisse” y una imagen poderosa sin forma se hizo visible en su mente. Su cuerpo menudo estaba cubierto en sangre, desnudo, atado, y sin sentido. Una oleada de terror la recorrió primero por fuera para después infiltrarse en su subconsciente y no abandonarla hasta que recibió la llamada.

 

Una llamada esperada, pero no ansiada, una llamada que ponía todo en su lugar, que hacía encajar de una vez por todas las piezas desparramadas del puzzle.

 

Pero ya no había solución, ni remedio, sólo esperar.

 

Yo miraba su imagen tras los cristales ahumados de la sala de la UCI en la que se encontraban madre e hija.

 

Clarisse estaba totalmente ausente de la habitación, sólo su cuerpo malherido se hacía patente, pero la vida hacía horas que intentaba abandonarla.

 

Yo no podía entrar a esa habitación, ellas desconocían quien era yo. Sólo rogaba que la madre se tuviese que ir antes de que Clarisse muriese y poder entrar a verla. Pero evidentemente ya nada se podía hacer y me quedaría para siempre con esa comezón por dentro.

 

Clarisse apenas tardó unos minutos más en abandonar definitivamente nuestro mundo, mientras yo continuaba fija en la ventana y su madre totalmente ajena a mi presencia rompió a llorar sin fuerzas.

 

Aquel aciago viernes se hizo negro para aquella familia. La madre arrodillada en el tanatorio del hospital, delante del féretro de su hija, incapaz de avisar al padre del fallecimiento.

 

Él ya se había encargado de decirle que “esa” no era su hija, que su hija había muerto para él desde el momento en que aceptó esa forma de ganarse la vida. De nada sirvió que la madre le dijese que gracias a su sacrificio comían en casa y no les faltaba de nada.

 

El padre tenía una paga por minusvalía que no alcanzaba los 450€, y con eso más lo que entregaba Clarisse en casa, dio para que su hermano pequeño estudiase en la Universidad de Colorado. Tampoco este logro benefició en mucho a la familia. Robert cayó en el tenebroso mundo de las drogas y fue quemado en un viejo Chevrolet del 82. Clarisse nunca se llegó a reponer de la desgracia.

 

Julie, la madre, tuvo que enfrentarse también a la muerte de la única hija que le quedaba con vida, y a volver a vivir en soledad pues con el padre de sus hijos, ya no le quedaban nexos de unión, sentí que lo  había empezado a odiar sin saber el motivo, pero sin poder dar marcha atrás.

 

El domingo 23 de diciembre se le daba santa sepultura a Clarisse.

 

Ese domingo fue especialmente duro para Johnny y Wendy, mi hijo y su novia, ambos amigos íntimos de Clarisse.

 

Julie estuvo todo el tiempo agarrada al antebrazo de Johnny, enterrada en sus gafas negras y en el luto de su alma. Ya no lloraba, sólo suspiraba entrecortadamente y su mente estaba como ida. Probablemente se encontraba bajo los efectos de los sedantes que le fueron administrados en el hospital.

 

Wendy lloraba amargamente, sin pausa, sus lágrimas mojaban la tierra a sus pies, y estaba colgada de mi hijo. El pobre no podía moverse a riesgo de que una de las dos cayese vencida por su propio peso. Aunque las dos eran de complexión delgada, ninguna tenía fuerzas para sostenerse, y Johnny actuó como el verdadero hombre de la casa.

 

Yo seguía mi papel de mirona, como en el hospital, no podía hacer otra cosa, sólo esperar mi ocasión de intervenir y sobre todo apoyar moralmente a mi hijo en lo que me fuese posible.

 

Media hora interminable pasó al fin, y tras ella, sólo quedábamos los cuatro.

 

Ellos tres frente al montículo de tierra y lamentos y yo unos metros más atrás esperando a que quisiesen abandonar el cementerio.

 

Tardaron varios minutos aún hasta decidir dar media vuelta y seguir con la vida. Esperé pacientemente a que se acercaran y abrí la puerta de mi coche, invitándoles cortésmente a entrar. Mi hijo se puso delante, Julie y Wendy atrás.

 

Tuve el tiempo justo de agarrar a Wendy por detrás y lanzarle una mirada que la hizo temblar más que la pena por la muerte de su amiga

Recuerdo (...)

El fuego crepitaba con malicia cómo si me hablara bulliciosamente, agudicé el oido y entrecerre mis parapados.

-temes una respuesta despues de tántos años y prefieres eludir la verdad?

-nooo, respondí casi en un grito ahogado. Me volvia loco pensar, recordar, indagar en la verdad, en el fondo mis sospechas siempre fueron eso, sospechas. Se abrió la puerta y apareció ella, su larga melena, sus ojos hinchados por el llanto desorbitado de cada atardecer, vestida con su túnica de hilo blanco con la mirada perdida en un tiempo al que yo no podia llegar,y sin embargo seguia siendo tan bella que dolia mirarla, de tez tan blanca como la nieve virgen, el gris de sus ojos invitaba a vivir en un cuento de hadas y de bosques perdidos, andaba descalza por el suelo de madera que gemía bajo sus pies , parecia un angel atormentado.

Y yo, allí, observándola en silencio le acerqué su mecedora y la arropé con la manta de lana, aquella...si, ’aquella manta’.

Sigue caminando marinera

Cortar el cielo con navajas de plástico es como querer contemplar el océano de espaldas a él. Así me siento yo, sola, inútil, llena de zozobra, calculando cuántos litros de agua contienen un kilo de sal en el mar.

 

No recupero mis ansias de escribir, no puedo detener el tiempo, no puedo ser más de lo que soy ni puedo dar más de mí, aunque lo intente con todas mis fuerzas. Escribir se me ha vuelto un losa, que me carcome por dentro, historias inacabadas, textos mal hechos, imaginación desbordada y ante todo la imposibilidad de seguir en este camino.

 

Tengo tantas cosas por contar, tantas emociones retenidas, tantos suspiros ahogados que me convierto en una pira incandescente sin necesidad de llama alguna.

 

Mi cabeza, tozuda en permanecer embotada sigue fiel a su rumbo indefinido, no me da pistas, no me anuncia un final ni un principio, se regodea en si misma y no deja que fluya nada a mi consciencia.

 

Abandonar no sirve de nada, luchar contra la imperturbabilidad de los sentidos menos, pero ahí estoy, aunque sea de adorno. Intento de todo, cambiarlo todo, sumergirme en metas jamás soñadas, pero no salgo de ese pozo sin nombre, sin agujero y sin profundidad en el que me he caído.

 

Quizá es que me confunda de lucha, quizá es que me confunda en el método, o quizá es que no exista y por eso, nada tiene sentido.

 

Pero..., ¡qué demonios digo! Una marinera siempre alza la vista y ve a las gaviotas, carroñeras incansables, con un piar de mil demonios, y entonces es cuando hierve la sangre, blasfema y tira adelante, y con sogas de esparto acaricia el ancla, para no echarla, para tenerla cerca, para asegurarse de que el rumbo no cese y de que la nave no se detenga..., y tener siempre cerca una buena ola que te acompañe, un delfín que te salte, una ballena que te enseñe a su bebé y...

 

El camino sigue, incierto, desconocido, pero siempre hacia delante, sin dudas, sin camelos ni lisonjas, duro, árido o todo lo contrario, no importa mientras existan las ganas de seguir caminando.

abre los comentarios ¡joder!!!

que eso que habrás los comentarios, ya que tenemos un blog vamos a utilizarlo , ¡coño! pero bien, como debe ser con opción a comentarios, si no yo paso de escribir aquí.

Besitossssss

Un principio para una historia

Al mirar el reloj mis sospechas se confirmaron….volvía a llegar tarde. Me puse mis zapatos con tacón, más que nada por parecer más alta y esbelta, mientras pensaba en que escusa iba a poner hoy, llevaba  muchos días llegando tarde a la oficina y el único motivo era que cada vez tenía menos ganas de ir a trabajar.

Algo normal pensareis , pero no en mi , soy adicta al trabajo, me puedo pasar horas y horas en la oficina y nada más salir por la puerta consultar mi Blackberry para ver si ha llegado algún e-mail importante, pero hacia una temporada que debido a los últimos acontecimientos en el trabajo se me habían ido quitando las ganas paulatinamente hasta convertirse en nulas en este momento , recuerdo un día que ya en el coche llame a mi jefe diciendo que estaba mala , estaba pensado en ir a un psicólogo pero era lo que menos  me apetecía .

 

Recuerdo

Nunca entendí aquella mirada fría, ni el silencio de su sollozo que ahogaba en la almohada, desde el umbral sombrio del pasillo escuchaba cada tarde cómo se hundía en su agonia.Soñaba ante la oscuridad que la liberaba de tanta tristeza.No podia preguntarle pues sabia de antemano que no me responderia, tampoco podia acercarme, pues la puerta se cerraba bajo llave, tan sólo podia permanecer en el umbral recogido en mi propio silencio. Hacía tántos años que habia perdido la cuenta, pero allí estabamos. Las tardes pasaban lentas mirando a traves del cristal como pasaban las estaciones, como caían las hojas de los alamos en otoño, como el invierno se adueñaba del poco calor que sentian sus manos, como resurgía la vida en primavera...,seguramente aquella sería la última.


 

 

 

¿Cómo sembrar coquinas en tu huerto?. 2

Yesalino y Pepín, hablando de sus cosas, más bien discutiendo sus ideas, se encontraron con Julián a la orilla del río, cabizbajo, con el pelo revuelto entre sus dedos que no paraban de amasar su cabello.

Oye Julián, ¿podemos hacerte una pregunta? Llevamos horas discutiendo sobre un tema y no llegamos a ninguna conclusión preguntó resuelto Yesalino

Vosotros y vuestros temas, por culpa de vuestras tonterías me encuentro yo aquí.

Oye, si no nos quieres ayudar, no lo hagas, pero ya vale de echarnos la culpa a nosotros, todavía no sabemos de lo que nos acusas.

Os lo he dicho miles de veces, pero es igual, no podéis o no queréis entenderme.

Eso no es verdad replicó Pepín enérgico. Es que dices cosas que no sabemos lo que es. Por cierto… ¿Qué haces aquí tan solo?

Estoy pensando.

¡Ah! Es verdad. Las personas utilizáis mucho esa palabreja. Nosotros, no sabemos qué es. Explícanoslo.

Pepín, no me digas que nunca habéis pensado. Seguro que lo hacéis inconscientemente sin daros cuenta. Normalmente cuando uno tiene un problema, no puede olvidarlo y siempre busca la forma de solucionarlo. Eso es pensar.

¡Ah! Nosotros no tenemos problemas, tenemos dudas, pero cada duda tiene montones de soluciones. Mira, todo lo que tenemos que hacer es imaginar, y la imaginación lo resuelve todo. No hay cosa que no logre la imaginación. contestó Yesalino, y para eso estoy yo, trabajo día y noche para mi señora Doña Ocurrencias de la Imaginación.

Sí, ahora mismo íbamos a consultarle una pequeña duda que teníamos, pero al verte a ti, hemos decidido proponértela a ti, pero ya vemos que no nos quieres ayudar.

Os propongo un trato, me contáis vuestra duda y si os la resuelvo me lleváis ante la presencia de tan solemne dama, para ver si ella es capaz de darme una idea para salir de aquí.

Esta bien, pero ya te dimos la solución, aunque tú tanto pensar lo estás arruinando todo. Te sería mucho más fácil usar la imaginación, pero allá tú repuso Pepín.

Las personas mayores maduramos las cuestiones, la imaginación es cosa de niños, que viven en un mundo tranquilo y feliz sin preocupaciones, para eso estamos los adultos para evitar en lo posible el sufrimiento de ellos.

No digas tonterías, sería la primera vez que un niño se queda dentro de un libro, su mundo es más rico y fuerte que el vuestro rezongó Yesalino. Los niños juegan con los libros, con nosotros, sus personajes, se meten  y salen de los cuentos sin ningún problema, cuando les apetece nos buscan y se divierten, cuando han de atender otras obligaciones, cierran el libro y se esfuman.

Eso es lo que estoy pensando, ¿Cómo hacer lo mismo?

Vuelve a tu niñez repuso Pepín

Eso es imposible, apenas me acuerdo de cuando lo fui. Además uno sólo es niño una vez, y esos años nunca vuelven.

No tienes remedio Julián, tú solo te estás condenando a quedarte. Ni siquiera lo intentas. ¿De qué tienes miedo?

No es miedo, simplemente es ridículo.

¿Ridi…qué?

Ridículo. ¿Tampoco sabéis que es esa palabra?

Yo no dijo Pepín.

Yo puede que haya escuchado esa palabra en mi señora, pero no sé que quiere decir. Anda pintamonas vámonos y dejemos tranquilo a Julián para que haga eso que tanto le gusta, ¿cómo era? ¡Ah sí! ¡Pensar!

¿Por qué insultas constantemente a Pepín, Yesalino?

¿Qué yo hago qué?

Todo el día le estás diciendo pintamonas

¡Claro! Por que ese es mi oficio. Esos raros animales no existen en los cuentos, y una vez un niño hace muchos pero que muchos años, un mono, yo le hice un retrato, entonces simplemente era una diversión. En cuanto se corrió la voz todo el mundo quería su propio mono en su casa. Y desde entonces me llaman pintamonas, por que me gusta más pintar monas que monos.

Pues vaya un oficio tonto repuso Julián.

Oye tú, sin faltar, que lo hago con mucho gusto, y además me gusta. Tú si que eres tonto que te has metido aquí y no sabes como irte.

Perdona, Pepín. No era mi intención herirte. ¿Me disculpas? rogó Julián.

Bueno, vale.

—¿Me contáis pues lo que os lleváis entre manos ya, o qué?

Otro día Julián, se nos ha olvidado respondieron al unísono ambos amigos, dedicándose una pícara sonrisa entre si.  

 

 

El otoño del crepusculo

El otoño del crepusculo

El otoño del crepúsculo atardecido por
La sombra del tímido suspiro;
Ensombrece la inerte luz apagando la
Leyenda escondida en sus entrañas, el
Aullido del viejo lobo siente su agonía y
Entristecido por su lamento vigila el
Sueño del ocaso....el frío perfil de su
Sombra enaltecida emerge en el horizonte
Amenazando a la negra Dama ¡déjame sentir
El viento acariciando mi pelo!,...,
¡Mis laderas son refugio del caminante!...
Y tu...palpitante muerte que acompañas con
fría sombra el otoño del crepúsculo,
Retírate a la oscuridad y no perturbes
mi sueño de vida, mi hora es eterna, y mi
luz en la sombra...el reflejo del Amor que
palpita en los ojos del amante...:.

 

¿Cómo sembrar coquinas en tu huerto?

-No digáis bobadas. Todo empezó al leer este libro.

 

-¡Eh! Perdona, tío, pero nada empieza por leer un libro.

 

-Eso, so tonto, primero se compra el libro, y después...

 

-Además nadie te obligó a que lo comprases.

 

-Esta bien tenéis razón, y..., quizá sea por eso que también me haya equivocado de método para salir de este embrollo.

 

Ángel, estaba atónito ante aquel cuento en el que los personajes se peleaban entre sí, sin contar ninguna historia.

 

-¡Eh! Chaval -dijo uno de los personajes, el primero que había hablado- Ni se te ocurra averiguar nada o acabarás como yo.

 

Aquel tipo no pegaba de ninguna de las maneras con los otros dos personajes. Aparentaba ser una persona normal, un hombre corrientucho, y su atuendo era muy actual. Algo estaba fuera de lugar.

 

-Ja ja ja, claro, ahora vendrá la perorata de siempre. Que nosotros tuvimos la culpa. y que por eso...

 

-¡Calla de una vez, no digas nada, aún no sé si estoy equivocado, pero en el caso en que no lo estuviera, harías fracasar todo el plan.

 

-Esta bien, me callo, pero no olvides que la idea fue nuestra, del pintamonas éste, y mía. Para ser personajes de un cuento no nos defendemos nada mal en cuanto a imaginar y...

 

Ángel, cerró el libro confuso. Nunca había tenido un libro tan..., no sabía muy bien como definirlo, pero sin duda la palabra que le venía a la cabeza era interactivo. No podía leer nada, por que estaba en blanco, y además los personajes hablaban entre ellos e incluso se dirigían a él.

 

Los otros dos personajes, el pintamonas y el enano, eran dos monstruitos con cara de picarones, dignos ambos de cualquier cuento de los hermanos Grimm.

 

-Julián, hombre. No te enfades. Has asustado al chiquillo.

 

-Eso, eso -dijo el pintamonas, un duendecillo de huerta, con cuerpecillo violeta y harapos verdes, orejas puntiagudas, y sonrisa de conejo-. ¡Ándate con ojo o ya sabes!

 

-Me parece Pepín, que éste se queda sin remedio. No tiene modales, y los libros si no los leen no sirven para nada -argumentó Yesalino, el caballero de las misiones imposibles.

Letanía de una mente enferma

Si soñase con la muerte, me gustaría que fuese realidad y me quedase para siempre en ese estado de felicidad que es el duermevela, sin aspiraciones, con ensoñaciones, con murmullos reales que equivalen a estridencias soñadas. Que nadie ose romper ese tupido velo de sedas y encajes, rodeados de lana de oveja, en los que los atrapasueños son inútiles. Que nadie se interponga en el reino de los malditos para darnos su bendición. Alma que vagas, ven, acuérdate de mí, y susúrrame aquello que has visto, oído o sentido, embriágame con tus falsos cantos de sirena, cógeme de la mano o arrástrame, pero no permitas que me quede viva, donde todo se tergiversa, y nada se comprende. Haz eso por mí y prometo ser tu esclava siempre.

MIEDO

Se eligieron tan sólo unos miles en todo el mundo. Fueron los escogidos por el miedo. Iban a ser observados, controlados y todo daría forma finalmente a un estudio . Eran los cobayas de un macro experimento del cual nadie les había contado nada.

Yo siempre fui muy miedoso de pequeño. Temía la oscuridad, quedarme solo en casa, los ruidos por la noche, pero también las películas de misterio, los disfraces de ánimas, en fin cualquier cosa relacionada. Por entonces no sabía nada del implante que mandaba las señales de mi cerebro a la central de recogida de datos del experimento, pero casi estoy por pensar que me condicionó a ser más sensible a cualquier temor.
Ese tiempo ya pasó, el ensayo terminó y no quedan restos en mi cabeza.
Será por eso que ya no tengo miedo a mis fantasmas de niño. En cambio ahora tengo miedo a la oscuridad de no tener trabajo, a quedarme solo en casa con la hipoteca, a los ruidos por la noche de la habitación de los críos. A las películas de médicos que me están operando a mí, a vagar como ánima en pena si tú me dejas de querer....
Realmente soy muy miedoso.

ISIS

Vivir al lado del río le había encriptado el sentido de la vida. Ya era muy anciano y no por eso más sabio. Los años no le habían traido paz ni sentido, todo al contrario, cansancio, desgarro y un enorme deseo de subir a la barca que porta el trono hasta más allá del telón.

Creyó tener un privilegio por no ser esclavo de la línea de la vida. Ahora, sin alicientes, ni deseos, ni curiosidad, sólo era un papiro arrugado y sombrío a la orilla de un río. Por más que suplicaba al paso de las barcas nadie le escuchaba. Quizá su voz era ya tan quebrada que ni siquiera alcanzaba pasada la orilla, no llegaba a ningún sitio.

Aquella noche se humilló ante los dioses como nunca había deseado hacer. Les rogó en todos los idiomas y con todas las plegarias, que escasamente conocía, que le dejaran marchar. Al fin, agotado, se rindió al sueño, el dios protector que él más había querido.

El sol salía de su cascarón oscuro poniendo luz a aquella noche de estelas de llanto y él, firme al borde del río, esperaba respuesta a sus rezos. No tardó en percibir la silueta de la barca que conducía Isis, investida con el trono en la cabeza, bajando por el Nilo. Entonces sí, paró, le invitó a subir y siguió camino hacia el mundo donde el dios Osiris le haría el juicio de los muertos.

No sabemos si este anciano ganó el juicio y consiguió la resurección, aunque quiero pensar que todas las personas que nos han dado sus pétalos para embellecer nuestra vida han pasado al más allá y han retornado en forma de otras flores que siguen alegrando y ayudando a gente como nosotros. Y tú, sin duda, debes ser una de ellas.

 

CAJITA

Glin, glon, glin, glin, tararín, chin, chin. No era sólo la música de vals, lo que también me extasiaba era ver a la bailarina de la cajita cuando mi madre se ponía en el tocador y la abría. Dentro había joyas corrientes, destellos de piedras de colores verdes, azules o rojas, y tintineos del golpeteo en busca de la más apropiada. Eso me parecía ruido porque la caja de música era lo único presente, lo que llenaba la estancia, lo que me abrazaba y elevaba en unos segundos robados al tiempo gris y vulgar de entonces.

La cajita la heredé yo y la tengo en el dormitorio. No está a la vista porque la reservo sólo para esos momentos en que el espíritu me pide un susurro; que una vocecita desde la memoria más niña le tienda la mano para cruzar esos riachuelos que aún siguen sin puente. Y no sé cómo hago que, a pesar de todo, a veces me mojo ¡¡hasta la cintura!!

VOLVER

Los días de vino y  rosas pasaron para vosotros en vacaciones mientras que aquí sujetábamos el sol para que no nos hundiera en el polvo. Agosto dio la vuelta por la esquina y las risas más frescas de septiembre despiertan instintos de vuelta. Un viaje que ha de terminar cuando otro ya es un montaje fotográfico. Luego, cogernos las manos y dejar que la media luz de un cañón nos proyecte a más sueños, más tiempos que el futuro torneará, mientras el presente nos acuna con imágenes de genio. Y al fin y al cabo, que importa el lugar ni el momento, no es el cuento que te cuento entre nosotros lo que importa?

 

nos vemos, aunque sea bien a tu pesar

jajajjajaja

Nachete, ¿te imaginas un taller de literatura sin mí?

¡Imposible!

Además esto lo leen algunos más que yo, aunque no escriban, pero seguro que más de uno lo sabe

Ana me dijo que había hablado con Minerva y eso que seguramente había otro taller, y en ese estaré yo desde el primer día, jajajja, si no tengo que trabajar, claro está.

Últimamente esto de escribir lo tengo bastante abandonado, me da una pereza impresionante, pero vamos, con tranquilidad.

Besotesssssssss

AMARILLO

Se perdió su pista en el planeta amarillo. Un lugar que pareciera tocado por el rey Midas. No había diferencia entre el campo y la ciudad. Los edificios, las calles, el mobiliario brillaban bajo la incidencia de un sol amarillo fulgor. Los cultivos tenía un constante color trigo maduro y al ondularse como un mar interior recordaban las cabelleras de las jovenes habitantes amarillas movidas por una brisa costera. La vida no era ni blanca ni negra, tenía el color del oro, pero no su brillo.

Movido por la curiosidad viajé hasta allí y me empeñé en su búsqueda. Fui escalando peldaños en mi investigación y a los pocos días ya tenía localizada su casa, aunque no a él. A base de cerrar el cerco llegué a concertar una entrevista con una persona que habría de ser vital para mis pesquisas. Lo había conocido al poco de llegar allí y me dijo que eran amigos. En un largo circunloquio me explicó lo inadaptado que había vivido siempre, la paciencia que demostró para encajar en ese paisaje monocolor y por fin me relató que había muerto sin conseguirlo. Su piel negra fue incapaz de mutar de color y el planeta amarillo lo engulló. La excepción no se tolera.

Nunca más pisé un planeta de un sólo color.

 

Taller de escritura 2010

Marinera de aguas someras,

No nos hemos visto el pelo en todo el verano. Supongo que  tu trabajo y mi convalecencia no han dado muchas ocasiones.

Me he pasado todas estas semanas tratando de hablar con unos y otros del Taller. Más mal que bien, pero ayer por fin hablé con Borja y me anunció que quiere convocarnos el 3 de octubre para plantearnos las ideas que propone para este curso y recoger nuestras propuestas.

Todavía no se ha hecho público. Tú eres la primera, después de mí, en tener esta info. No obstante quedamos con Borja en mandar un correo a la gente, que igual lo manda él o me pasa las direcciones y os lo mando yo.

En fin, tú ya lo sabes. El 3 de octubre en la sala de siempre a las 10:00 nos veremos. Espero.

Salud y alegría