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Trastos & Letras

METEORITOS

Cuando hay una lluvia de meteoritos procuro observarla en mi bunker subterráneo desde la tronera a ras de suelo. Los veo caer en oleadas, podría decir más gráficamente en arcadas, pero omitiré la sensación. Dejo pasar unos minutos hasta que la evidencia me dice que ha terminado el episodio. Al salir encuentro piedras diferentes, más grandes, más pequeñas, romas, punzantes, irregulares y más geométricas.
Llevo toda la vida observando estos fenómenos y desde los primeros he sido coleccionista de piedras. No sé decir la razón, pero unas veces escojo las pesadas, otras las regulares o las que me parecen tener forma escultural. Todas tienen su encanto y las guardo en mi museo particular de monumentos inanimados del universo.
Así me pasa muchas veces con las lecturas que cultivo. Ninguna es mejor que otra, aunque tengan virtudes diferentes. Ayer leía a Simone de Beauvoir y hoy a Mortadelo. Dos formas de romper el desencuentro, de vestirme de hombre que cavila, de hombre que ríe, que de todo somos parte y no por separado.
Brindo por el agua, la risa y la lluvia de meteoritos que ha sido entrar en contacto con la lectura, llena de personajes de comic llenos de calor, volcanes siempre dispuestos a una erupción de alegría.
Avec plaisir.

2 comentarios

Nacho -

Vigilante atenta, eres marinera con la energía del ciclón que uno querría tener más a menudo.
Estamos de acuerdo, ¿por qué no?, se trata de hablar de narrar, contar, imaginar, fabular, saltar de unos planos de realidad a otros intuitivos, libres.
Te mando otro beso y, aun en tiempo de crisis, espero no ver apagada la luz que permite seguir rayando cuartillas en el ordenador. Tú ya sé que nunca la agotarás.
Nos vemos.

marinera -

por una vez estamos de acuerdo, la lectura nos transporta a otros mundos y nos ayuda y enseña a seguir en este, el nuestro. Un beso.
Encantada de verte de nuevo por aquí, es un placer volver a leerte.
Nos vemos.