las voces del dolor
El delirio del deseo empaña la noche
una voz susurra en mi memoria
sus manos recorriendo mi cuerpo
una risa tatuada en el alma sangra,
no te pido piedad
sino que otro recuerdo
alivie el tormento de aquel desenfreno
ah dueles recuerdo, dueles,
afloja el cordel que anuda mi cuello
si cortas mi vida
cesaran tus tiranias en mi cuerpo
y oh...cielos, que la vida
solo por ti la quiero,
porque perdida la tengo
y te pido clemencia
no porque yo viva, no,
sino porque tu, no mueras.
Pasadas glorias, presentes penas,
de tus negros ojos y tus manos fieras
confusa entre la muerte y la guerra
me tienes suspensa,
fragil es mi naturaleza
cuando acudes a mi voz
que suplica tu ausencia
concedes breves treguas,
entre suspiros y lagrimas
alma y corazón se pierden
nuevamente en el tiempo
¿es posible anhelar el dolor?.
no fué...
"No fué tu amor
por no serlo,
de palomas ni
de cuervos dueño,
no pintó el mar
ni dibujo el cielo,
ni de su paleta surguío
ningun sueño..."
embrujo de luna
Embrujada en tu luz
cómo espejo templado
escucho el susurro
de un lobo llorando,
me embriaga tu canto
en la noche serena
recuerdo el camino
entre la maleza,
a la orilla del rio
amé sin descanso
tus labios dormidos
tu cuerpo ajado,
acariciada en tu brisa
senti mi locura
noche tras noche
envuelta en tu furia,
susurrabas a mi oido
eres mi luna
y embrujada en tu luz
vaga mi tortura.
hoy...volví al infierno.
hoy...volví al infierno
Con irónico silencio, en sigilo y lentamente, hoy volví a pisar firmemente, la antesala del infierno. Esperaban mi regreso entre negras flautas que cantaban, melodías mortecinas al compas, las puertas abiertas del abismo reconocieron mi alma.
Empujaronme entre carcajadas de placer, y mis ojos se cerraron por no ver al fuego abrasador, que sigue quemando sin apaciguar su sed.
Mis miembros inertes, sin fuerza, sin aplomo, dejaronsé llevar al Fausto trono, emergieron salamandras acunando en su orgia al rey de la ironía,
Y mis ojos, en plena quietud, desbordaron manantiales de lava encarnecida.
desgarrada...
Desgarraba la nube el arco iris
Brillando en el cielo, mi corazón
Latía atónito y disperso, tarde
Cómo aquella , río lento de sombra
Cristalina. ¡Hay un alma entre sus
Ondas!, tú lo sabrás sueño de aroma,
Y luego... ¡nada! rencor, andrajos,
Roto en tu espejo está el arco iris
Y vuelto ya de espaldas a la vida...
Cayó desgarrada la nube.
beso de chocolate
Un tímido rayo de sol, entraba por el balcón, apoyándose suavemente en el respaldo del gran butacón que había en la habitación.
Apenas el día había despuntado y ya se colaba por los cristales.
El ambiente de las tenues lamparitas que había en la mesillas y los timidos rayos de luz, enmarcaron bucolicamente la habitación.
Fue en un segundo cuando el tiempo se detuvo.
Parecia que la luz jugara con nosotros, siendo nuestro complice.
Se detuvo todo ahi fuera y todo enmundecio, haciendo que pudieramos crear un mundo para los dos, tuyo y mio.
Un mundo, en el que la luz que daba vida a nuestra existencia, era la que nuestras almas desprendían.
Nuestra ubicación, no era ni aquí, ni allí, no habia mapa para encontrarlo, ni donde ubicarlo, tan solo estábamos en ese instante en nuestro mundo.
Infinito e indescriptible placer cuando el tiempo se paro y solo eran nuestras almas existiendo.
Indescriptible placer fundiendo nuestras bocas en un solo gesto saboreando lo que en ellas había.
Mi boca guardaba un deleite, para tus sentidos, para percibir mas allá de todo lo físico.
En mi boca se hallaba un deleite, lo moldeaba para ti,
para que tu lengua y tu boca absorbieran la esencia de mi pasión.
Un segundo y tu lengua arrastró de mi boca tan ansiado tesoro y nos fundimos unidos en un largo beso. Su sabor era especial, el sabor de aquel beso
era aquello que guardaba en mi boca, era dulce y su sabor conocido hasta entonces por los dos, cobro una sabor diferente, un pequeño trozo de chocolate nos envolvió en un mundo diferente, dándole un sabor mas dulce a los besos, ala pasión que habia entre los dos, haciendo de ese momento, un momento mágico donde descubrimos nuevos placeres tan solo con un apasionado beso envuelto en chocolate.
Ninguno de lo dos, dijo nada, nos absorbió el momento
y nos cautivo la dulce pasión.
Es cofrecillo plateado, que lucía altivo, allí en la mesita, guardaba un dulce y delirante momento que jamas olvidaré, guardaba el tesoro que nos fundió en esa unión, siendo testigo mudo de nuestra pasión.
Ya no sera lo mismo, cuando vuelva a comer un trozo de chocolate, su sabor sera tu sabor, tu dulzura y tu pasión....
me quede muda
Mi voz se ha quedado muda
mi boca no puede hablar.
Siento un alboroto interno,
dentro es un borboteo incesante
pero mi boca no puede hablar.
Mi voz se ha quedado muda,
quisiera decir todo lo que siento
quisiera expresar este sentimiento
pero , no puedo hablar.
Es tan fuerte la emoción
qeu me cierra la garganta,
es tal , el barullo interno
que no nacen las palabras,
ni tan solo puedo expresar alegria
ni tan solo tristeza,
me quede muda
de tanto pensar.
la otra cara de la noche
Y en la soledad de la noche,
cuando el silencio no es silencio
cuando el silencio se torna barullo,
la noche, cobra vida intensa.
Y en la frialdad de la noche,
cuando la ciudad duerme,
hay un desvelo intenso
hay un ambiente cercano
que te rodea
que te inquieta y teque arropa;
¿eres sabeedor, que tus sueños son velados,
que interrumpen tus dulces sueños?
Y en la oscuridad de la noche
nunca, la soledad está tan sola,
aunque la realidad no es lo real,
jamás pienses que la noche es,
silenciosa, tranquila y apacible.....
la metafora
La metafora esta ahí
cuando miro en tu mirar.
La metafora está en esos ojos
que quieren sonreir,
pero el alma está cansada de luchar.
La metafora es esa mirada
de esos ojos azules o negros.
La metafora es esa alegría
que rie, cuando tus ojos dicen,
quiero llorar.
La metafora de tus ojos,
es que sean azules
cuando se sienten negros
como la profundidad de
ese oscuro mar.
La metafora esta ahí
aunque sonrias
aunque saltes de alegría,
siempre sera la misma,
porque tu alma se desgarra
de dolor y de angustia.
EL REFLEJO
EL REFLEJO
¡Han pasado tantos años desde la última vez que entró en el jardín!, que hermoso era pasear entre los rosales, sentir el perfume de los lirios, jugar en el laberinto de arbustos para por fin llegar a la escalinata de la mansión.
Tenían prohibido entrar en el recinto pero no podían resistirse al peligro, la recompensa al final valía la pena.
Aquella tarde de verano llovía con gratitud y era extremadamente peligroso escalar el gran muro de piedra pero el jardín clamaba a voz en grito a las jóvenes muchachas que un día mas rompieran las reglas y recorrieran sus límites.
-¡Rebeca ten cuidado resbala mucho, coge mi mano!,
-las manos de ambas muchachas se unieron en u n esfuerzo a la vez que un gran relámpago desgarró el cielo atormentado de nubes.
-Casi no lo consigo y hoy es el día, no podemos perdernos el acontecimiento.- Julia rebosaba de alegría y su rostro era el vivo reflejo de una aventurera en pleno descubrimiento, pero no era la primera vez que eran participes en la gran mansión, solo ellas dos habían sido aceptadas, aquello sirvió para separarlas del grupo. Hacía meses que ya no quedaban con los compañeros de universidad para tomar algo, o para charlar sobre las clases, se habían ido distanciando hasta el punto de perder muchas de las clases.
-Vamos Rebeca no podemos llegar tarde hoy,
-Si pero precisamente tenia que ser hoy, hoy que no he dormido casi,
-no te quejes tanto que siempre le pones impedimentos a todo, se dijo hoy pues que más da, además no te parece excitante vamos a poder ver que hay dentro…,
-desde luego lo es.
Cruzaron el jardín entre lluvia y barro, pasaron el laberinto para acceder a la escalinata, la lluvia entristecía las piedras, todo era más gris.
Se abrieron las puertas y emergió el gran salón de espejos, no podían mirarse en ellos, estaba prohibido, si rompían las reglas serian expulsadas, pero Rebeca sabia que su aspecto era horrible, le había caído toda la fuerza de la tormenta encima, además el jardín estaba embarrado y sus pies junto con los bajos del vestido también
Comenzó a sentirse angustiada, no le gustaba ir sucia ni desaliñada, debía hacer algo al respecto, pero si miraba al espejo se perdería la oportunidad de verlo.
-¿Julia voy muy mal?
-Cielo, ni más ni menos que yo, a las dos nos ha caído una buena encima, y comenzaron a reír mientras atravesaban el salón.
-Ya se oía la música cada vez más cerca, pero Rebeca sentía un dolor tremendo en el pecho,
-Julia no me siento bien…
-Lo se, yo tampoco pero hemos de hacerlo, será nuestra liberación, ya nadie podrá hacernos más daño, vamos compañera haz un esfuerzo y dame la mano, entraremos las dos a la vez.
Se abrieron las puertas, y un gran espejo blanco reflejó el haz de luz del rayo de la tormenta deslumbrando a las dos mujeres, el ruido era atronador, la presión de sus pechos latía al ritmo de la música….
-¿Julia que sucede? ¿Por qué no puedo moverme tengo los brazos inmóviles, y siento un gran calor en mi cabeza, que esta sucediendo?,
-No se algo no va bien yo siento lo mismo y creo que me voy a desmayar…
Señores hemos llegado al punto crítico, hay que inyectar y llevarla a la sala de aislamiento, temo que pueda atentar contra su vida. Rebeca fue llevada a la celda de aislamiento donde las paredes acolchadas no la dejaban ver su jardín, dónde no había espejos en el que reflejarse, y dónde la música no sonaba.
Navidad
El dolor se ha hecho tan grande, que ningún nacimiento puede paliarlo. El alcohol mi único amigo fiel. Las ausencias llenan de incertidumbre mi copa. Tenemos que brindar, y no se me ocurre nada por lo que hacerlo. Segundos se hacen horas, y sueños incrustaciones en la piel. Las palabras no salen, todos esperan, En el ambiente se palpa la impaciencia, en el hueco donde un día albergué un corazón un fuego renace pero no logra cauterizar las heridas; las miradas, los oídos, todos pendientes de mi boca. De repente: "brindo por que se estalle mi copa, y nunca más vuelva a beber".
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la cara de la vida
Tener una sola es de valientes
Tener dos es multiplicar la agonía
Pero no tener ninguna…
Es la consecuencia viva del miedo.
Un cuerpo lleno de Amor y de Ilusiones,
Encuentra el infinito en cada una
Que encuentra por el mundo,
Y plasma besos… en cada melodía….
si me preguntan
Si me preguntan cuando, como y por que
Fue tanto… que lo olvidé,
Abandone mi sosegado sueño
Para enternecer al las piedras con mi llanto,
Para que los árboles se inclinaran
Al encuentro del amor,
Y las aves me escucharon
Pero cantaron con diferente voz…
Salir lágrimas, salir corriendo.
Y estuve presa, sola… en tierra ajena,
Si osara decir mi boca
Lo que mi alma piensa,
La soledad me guiaría
A tocar su desnudez…
mujer de arena
Dormitaba el deseo en mi lecho
Cuando en el recodo de la cama
Descubrí el lamento de tu velo.
Escondías de mi seno tu saludo
Desvelando con suspiros un deseo mortecino,
Abrigabas la esperanza de la miel de mi panal.
Violetas, rosas y jazmín destilaban en el aire
Llamaradas de pasión, no fue una ilusión,
El susurro de tus besos retomó mi camino
Y por sendas olvidadas recorrí tu laberinto.
Noche de verano, noche oscura,
Abrazo envuelto en una noche de locura.
Prisión abierta, destellos,
Fugaces desvelos y deseo,
…es amor o es locura…
Es la bestia sedienta que despierta
Bajo una hueca y fría luna.
Secretos de familia, 1ª parte.
El día de mi cumpleaños.
“Si hubiese sido más mayor hubiese pedido como deseo de cumpleaños, no cumplir 3 años”.
La redacción sobre los cumpleaños y la familia de Irene quedó completamente acabada con esta frase.
Nunca conocí a su mamá, desde que empezó el colegio, hará ahora unos cuatro años, nunca habló de su madre.
En el pueblo tampoco se hacían comentarios acerca de su familia.
En el año 2002 entré como profesora, con plaza fija, el mismo año en que Irene ingresó en la escuela, ella tenía casi 4 años.
A la puerta del colegio la acercaba una señora mayor que siempre supuse era su abuela, la trataba bien, le daba un beso y le metía el almuerzo en el bolsillo de la bata. Cuando se fue haciendo más mayor le abría la cremallera de uno de los compartimentos de la cartera y le señalaba el bocadillo.
Irene siempre me llamó la atención, era infinitamente más madura que las niñas de su clase, y aunque jugaba con ellas como cualquier niña de su edad, a la hora de dar una opinión en la clase o discutir cualquier tema demostraba un discernimiento digno de más de un adulto.
No se permitía caprichos de índole alguna, es más, a veces recriminaba a sus amigas diciéndoles que si no eran conscientes del sacrificio que imponían continuamente a sus padres.
Al día siguiente pregunté a Irene por el significado de aquella frase. No me quiso contestar, bajó su mirada, y pareció sumirse en un recuerdo doloroso aletargado durante mucho tiempo. Sentí como si una sima gigantesca nos hubiese separado de repente.
Normalmente era una niña abierta, poco cariñosa, despierta, inteligente, que siempre razonaba sus actos y respuestas. Ese día no quiso.
Decidí preguntarle a la directora por si ella sabía que había pasado. También se negó a darme explicaciones y meneando la cabeza de un lado a otro me dijo: —No preguntes por lo que no debes interesarte—.
Me quedé atónita. Una cosa es que Irene guardará su secreto y otra es que nadie quisiese revelarme el problema.
Aproveché en los días siguientes a averiguar por todos los medios que es lo que había pasado en el tercer cumpleaños de Irene. Todo el pueblo me volvía la espalda. Todos lo sabían pero existía un acuerdo tácito entre todos para que no saliese ni una sola palabra del tema.
La Navidad estaba próxima, Irene cumplía los años el día veinticinco de diciembre. En la puerta del colegio apareció un hombre de unos treinta y cinco años. No lo había visto nunca, pero me llamó la atención, primero por lo atractivo y segundo por que todos le rehuían la mirada.
Yo estaba encargada de la puerta. Cuando sonó la sirena de las cinco de la tarde, los niños salieron en desbandada en busca de sus padres. Aquella misma tarde empezabamos las vacaciones.
—Perdón… ¿busca a alguien? —le dije acercándome a él tras la reja
—Busco a Irene. Mi hija.
Lo soltó tan bruscamente que me quedé helada. La verdad es que si te fijabas había algo de parecido en las facciones de ambos, pero en todos los años que llevaba en el pueblo, ni lo había visto ni siquiera sabía que tuviese un padre.
Irene estaba quieta apoyada en uno de los pilares del porche, su mirada iba y venía desde su padre a mí, pero no movía un dedo.
—Ella… ¿lo sabe? —le pregunté señalando a Irene.
—No me conoce. Nunca me ha visto. Pero está avisada. ¿Ella es Irene? —dijo levantando la mirada hacía la niña.
—Sí, pero…
—¿Qué problema hay?
—No sé. Es extraño. Son padre e hija y no se conocen. Y yo no sé si lo que me dice usted es verdad o no. Creo que llevaré a Irene con la directora del centro y que ella decida lo que ha de hacerse. Espere un momento aquí por favor.
Cogí a Irene de la mano y la llevé escaleras arriba hasta el despacho de Doña Ana.
—¿Elisa, qué pasa? ¿Hay algún problema con Irene?
—No, con Irene no, ahí abajo hay un señor que dice ser el padre y yo no me fio de dejarle a Irene sin estar segura. Es una niña muy pequeña, y no quiero que le pase nada. Su abuela no ha venido, él dice que…
—Elisa, dile a ese señor que suba, por favor y cuando lo hagas puedes irte a casa. De este asunto me encargo yo.
—Así que has decidido volver, por fin.
—Es mi hija —respondió en tono seco.
—Ya lo sé, todo este tiempo también ha sido tu hija…
—No es asunto tuyo —le atajó duramente.
—Ya lo creo que sí. Por lo visto no te acuerdas de quien soy, ¿verdad?
El hombre empezó a ponerse nervioso, tamborileando cada vez más fuerte con los dedos en la mesa. Tuve la sensación de que de un momento a otro la discusión pasaría a mayores.
Dejé la puerta entornada al irme, tenía la firme intención de hacer caso a Doña Ana, pero algo en las miradas que se cruzaron me dijo que era mejor esperar y vigilar. Me aposté detrás de la puerta y por la pequeña rendija no alcanzaba a ver casi nada pero escuchaba todo perfectamente.
—No voy a permitir que te la lleves.
—No puedes hacer nada para impedírmelo. Legalmente soy su progenitor…
—Pero legalmente yo soy su tutora, tengo su custodia a mi cargo y mientras yo no dé mi consentimiento tú no puedes llevártela. Además que le has dicho a Adela para que no venga a buscarla. Ella es puntual siempre. Y… —se volvió hacía la niña— ¿Por qué no has subido inmediatamente a decirme que Adela no había llegado?
No vi la cara de Irene, pero por su silencio creí adivinar su rostro, mirando hacía el suelo, metido otra vez como cuando le pregunté por su redacción.
—Vete Julián, no tienes nada que hacer aquí, ya no.
—Volveré con una orden judicial
—Eso ya lo veremos. Ahora vete.
Corrí pasillo adelante para esconderme. Cuando escuché sus pisadas ya lejanas y la puerta del porche abrirse, me encaminé hacia las escaleras vigilando que no me pillasen ellas. Antes de bajar las escaleras escuche los tonos de las teclas del teléfono al ser marcadas.
Irene estuvo casi dos semanas sin volver a la escuela. Le pregunté varias veces a Doña Ana por ella, pero sólo me respondía con evasivas. Decidí que todo aquello no era problema mío y que no me iba a inmiscuir más en el tema. Doña Ana me aseguró que Irene estaba bien y que no debía preocuparme por nada.
Julián me abordó en la calle principal del pueblo, me cogió con una mano por el codo y violentamente de un tirón me introdujo en uno de los varios soportales. Asustada como estaba no pude ni chillar, pero por si acaso el se aseguró de que no lo hiciera tapándome con la mano la boca.
—Señorita, no chille y no le haré nada. Necesito saber, y este pueblo es una tumba. Necesito que me diga como está mi hija y dónde.
Yo abrí tan desmesuradamente los ojos que debió asustarse y en vez de sacarme la mano de la boca como parecía su intención aún me la aferró más fuerte. Intenté zafarme de su robusto brazo, pero era imposible. Agotada le hice unas señas con las manos de que estuviese tranquilo que no iba a gritar. Tardó unos segundos en soltarme del todo.
Me arreglé el cabello y la ropa como pude y me enfrenté a él con las pocas fuerzas que me quedaban.
—Por favor, dígame lo que sepa —lo dijo con un tono entre suplicante e imperativo.
—Yo no sé nada. He intentado varias veces indagar en el pasado de la niña, en su familia, pero no he logrado nada. Como usted bien dice este pueblo está dispuesto a llevarse ese secreto a la tumba.
El me miraba como ido, sus ojos sobresalían de las cuencas, estaba realmente desesperado, su ansiedad iba en aumento, y tuve miedo de que llegase a la enajenación mental y…
Se dio cuenta del efecto que su reacción provocó en mí e intentó tranquilizarse.
—La verdad es que me resulta tan extraño todo, Irene y usted… padre e hija que no se conocen. La actitud de Doña Ana de alejarla del colegio. Esa señora, su abuela, Adela, no se la ve por ningún lado igual que a Irene, y encima usted me pide información sobre su propia hija. No sé. Es todo tan extraño.
—Lo sé. Es una larga historia. Para empezar Adela no es su abuela, ni siquiera es de la familia. No sé qué hace en su casa, ni donde está su madre, me refiero a Irene. Ana está por medio de todo y lo que ella dice se cumple a rajatabla en este pueblo. Nadie es capaz de enfrentársele. Pero yo lo voy a hacer, ya no me importa nada, después de lo que he pasado, ya nada me importa. Sólo recuperar a mi hija.
—Pero ¿se ha planteado si Irene quiere irse con usted?
—Llámeme Julián por favor.
—Julián, perdóneme, pero aunque yo no sepa nada de nada, pienso que esto es una tremenda injusticia para Irene. Ella no conoce otra clase de vida. O…
—O ¿qué? —me atajó con impaciencia.
—No sé si debería contarle esto, pero…
—Está bien, necesito un lugar donde esconderme mientras le cuento toda la historia, sé que es un poco brusco lo que voy a pedirle pero ¿me permitiría usted quedarme en su casa?
—Llámeme Elisa, por favor —pensé durante un tiempo su proposición y no sé que se me pasó por la cabeza en ese momento—ya que vamos a compartir piso, lo mínimo es que sepamos nuestros nombres.
—No sabe cuanto se lo agradezco. Le prometo que no le causaré ningún problema.
Julián me dijo que me fuese a casa, que el ya sabía dónde era, que a media noche estuviese alerta, daría un par de toques suaves con la aldaba para no llamar la atención de los vecinos. Y así lo hicimos.
Ojos
Los ojos de una mujer son un océano,
un desierto,
mi mochila y todo lo que llevo dentro.
Los ojos de una mujer son dos vías por donde dejo rodar los míos.
Rodando, rodando, queda la angustia atrás.
Todas las miradas conmigo.
DANZA
Sé que la emoción del principio ya nunca volverá. Son cosas del cielo.
La primera vez que hice este trabajo una corriente me recorría la espina dorsal, las manos me sudaban y a duras penas podía vestirme apropiadamente. Antes de eso tuve que pasar muchos días observando el cielo, las nubes, los vientos, el calor en la piel, el sol y la luna. Hacía meses que no llovía y eso marcaba un límite. No hizo falta mi diagnóstico, el Jefe me hizo saber que debía empezar el trabajo. Por eso me vestí, por eso concentré mi energía y por eso comencé el baile de la lluvia. Saltando y cantando estaba más cerca del cielo, como buscando sus ubres para que nos vaciara el fluido vital. Y llovió, muchos días, muchos litros. Sí, llovió. Un bautismo de éxito que ha continuado hasta ahora.
Hoy dejo la tribu y este oficio. Los últimos 12 meses han sido muy duros, sin resultados. El baile ya no puede con el cambio climático.
Son cosas del hombre.
La novia de mi hijo 2 y 3 (este título es el de la novelita)
Esta es la continación que tengo hecha del relato, jjeej , Ainsssssssss mujer de poca fe que pensabas que la iba a dejar a mitad, jeejjeje
Ahora a ver que os parece, como va siguiendo.
Capítulo 2
5 años antes...Denver Colorado 17:00 24 agosto 2004
Scott Reynolds o "Gran Oso Blanco" como fue bautizado en su pueblo natal: la tribu arapaho de Wind River, paseaba con los ojos bien abiertos por uno de los suburbios de Denver, Colorado, con su cámara de fotos colgada al cuello, asiéndola a su vez por el enorme objetivo que llevaba acoplado.
Era un hombre endiabladamente alto, corpulento, de complexión atlética. Andaba con paso ligero, la cabeza erguida, su larga melena ondeaba al aire. Su pose era la de un rastreador olfateando algo desconocido.
Se paraba de repente y cabeceaba constantemente buscando el ángulo perfecto. Cuando lo tenía disparaba tres o cuatro flashes seguidos. Fotografiaba todo aquello que le llamaba la atención de forma extraña e irresistible.
Sin apenas darse cuenta, se plantó ante las instalaciones del High School Arapahoe.
Su emblema dio de lleno en sus pupilas, internándose por la intrincada red de nervios y venas de su cuerpo hasta alcanzar su corazón como una saeta envenenada; un guerrero Arapaho, en realidad un indio Pawnee.
En su pecho retumbaron los tambores haciéndole temblar de emoción. Las Rocosas volvieron a su memoria, sus días de niño en la reserva, las danzas y costumbres de su nación, una de tantas como albergó aquel gran continente, pero concretamente recordó las de su pueblo que se arraigó en esa cordillera tan salvaje y agreste. Sin embargo todo aquello había quedado tan lejos...
Su sobrina Clarisse, en poco menos de un mes, estaría allí estudiando. Vendría con su amiga Wendy. Una gran responsabilidad para él, que de hecho aceptaba de buen grado. Las quería como si fueran sus propias hijas. Ambas eran hermosísimas, y no por que lo dijera él. Su cámara las amaba con locura. El objetivo se enamoraba de ellas y las sacaba preciosas, con el alma a flor de piel: salvajes y libres.
El plan era perfecto, se alojarían en su casa, un modesto apartamento con dos habitaciones, cocina y baño, suficiente para los tres. Sus padres no disponían de grandes ingresos, es más, apenas si obtenían alguno.
Ambas familias seguían vinculadas a la reserva. Las montañas seguían siendo su fuente de vida, algo que indudablemente no daba para mantener el ritmo de vida en la gran ciudad.
Ya había preparado la habitación para ellas. Para aprovechar mejor el espacio, las camas estaban a un metro escaso del techo, apuntaladas con puntales de madera que llegaban hasta arriba del todo con un sistema de topes metálicos para sostener los largueros de las camas. Se accedía a ellas por una escalera vertical también del mismo material. Debajo de ellas se erguían sendos armarios y dos mesas a modo de escritorio hechas del ensamblaje de varios tablones de madera de abeto, afianzadas a su vez contra la pared para que no se moviesen. Todos los muebles fueron trabajados a mano por él al estilo arapahoe, con la intención de que pudieran estar como en sus casas.
El problema de la manutención era evidente, Scott no podía correr con todos los gastos así que habló con las familias de las dos y les planteó la posibilidad de que ellas trabajaran bajo su supervisión, como modelos en fines de semana y de vez en cuando, pero sin abusar, alguna tarde alterna, aunque en principio no serían todas las semanas.
En cuanto tuvo notificación de que finalmente accedían a las condiciones e iban para Denver las dos muchachitas, preparó y abonó el terreno laboral de ambas, presentando un book personal de cada una de ellas con las fotos que les había sacado en sus visitas a la reserva.
Las marcas para las que Scott trabajaba quedaron encantadas y por supuesto a la espera de que estos dos ángeles llegaran a la ciudad. Aunque tuvo que dejar bien claro que se respetaría por ambas partes la vital importancia de sus estudios.
Afortunadamente disponían de un cerebro tan brillante y envidiable como sus rostros y cuerpos.
—Serán unas periodistas fuera de serie —se dijo a sí mismo, en aquellos momentos de felicidad.
¿Cómo llegué a saber yo todo esto? La verdad es que Wendy nos lo había contado con todo lujo de detalles la tarde en que Johnny la presentó en casa.
Scott aún vivía en la ciudad, después del asesinato de Robert volvió a las montañas y poco después se suicidó. Pero Wendy lo contaba con tanta pasión, decía que Scott estaba muy orgulloso de ellas y de hasta donde habían llegado, que aquel día apenas unas horas antes de que llegaran a la ciudad estaba a punto de un colapso de puros nervios que tenía, que no perdió ni un minuto en mostrarles todas las fotos que había sacado de la High School, que cuando llegaron a la casa se quedó en el quicio de la puerta apoyado con el hombro y que cerró los ojos, esperando el dictamen sobre el diseño de la que iba a ser en los próximos 3 años su habitación.
No cupo en si de alegría nos decía Wendy cuando las dos se pusieron a gritar y llorar al unísono ante la emoción de ver su propio cuarto, y el gusto y el cariño que se adivinaba nada más asomarse a ella que había derrochado en su manufactura.
La verdad es que me hubiese gustado mucho conocer a Scott, y hablar con él, pero no pudo ser.
No se por qué me asaltó este recuerdo mientras conducía camino de la pensión de Julie, donde había dejado sus pertenencias, mientras duraba el funeral. Creo que Julie hubiese sido más feliz de haber podido enterrar a su hija según la tradición india, pero su marido no hubiese dejado pasar el cadáver de Clarisse por la entrada a la reserva. Se tuvo que contentar con una ceremonia civil y oculta.
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Capítulo 3
La escuela universitaria Arapahoe, tenía el honor de formar a los mejores periodistas del Estado, no en vano su revista “Arapahoe Herald” ese mismo año fue nombrado finalista del premio marcapasos, y llegó a ganar un marcapasos. Es un premio equivalente al Premio Pulitzer de las escuelas secundarias.
Clarisse y Wendy se apuntaron como voluntarias a la revista, trabajaron muy duro bajo las órdenes de Katrina Schuler, editor jefe de ese año y el próximo.
Además tuvieron la suerte de que en el Calumet, libro editado cada año por Arapahoe aparecieran sus nombres en los créditos como colaboradoras esforzadas y abnegadas.
Pero para eso tuvieron que luchar duro, pues la base del nivel de estas ediciones es la competencia feroz entre estudiantes, y para fomentarla aún más contratan ex—alumnos para hacérselo aún más difícil.
Pero ambas eran luchadoras, llevaban sangre guerrera de las montañas en ellas, y su pasión por las letras y la información iba más allá de unas cuantas clases en el Instituto.
La idea como siempre partió de Clarisse, de las dos fue la más lanzada, la más extrovertida, y también por que no decirlo la más guapa.
Wendy se vio arrastrada casi sin darse cuenta en la revista, y aunque no sabía que iban a hacer ellas allí siendo alumnas de primer año si ninguna experiencia, sacó de sí toda la fuerza de voluntad que tenía y trabajó denodadamente.
Los primeros días sus misiones se reducían a pasar papeles de una mesa a otra, de servir cafés, o de recoger las papeleras. Tratadas como sirvientas y sin miramientos. No les estaba permitido acercarse a los ordenadores para redactar nada de la revista bajo pena de expulsión del equipo. Cumplieron a rajatabla todas las órdenes y hacían sus trabajos con la mirada fija en el suelo.
El resto del equipo estaba formado por unos 40 alumnos en su mayor parte de tercer y cuarto año. Los redactores jefes, la editor y el director eran todos ex—estudiantes menos el último que era uno de los Subdirectores del Arapahoe.
Algunos de ellos ni siquiera se dieron cuenta de su presencia, simplemente por que eran todavía niñas, sin interés sexual para ellos, otros las veían pero no les hacían ni caso, y en el último grupo estaba Steve el único que las trataba con Ariño y consideración, por otro lado estaba el bando de las chicas, pero estas tenían sus propios grupos, pero en general las toleraban bastante bien, menos Linda, la novia de Steve, que se burlaba de ellas por ser indias feas, tontas y entrometidas.
Steve y Linda eran estudiantes de 4º y 3º año respectivamente, eran una pareja muy extraña, él muy normalito y ella muy…”todolocontrario”. Las peleas entre ellos eran continuas pero se querían.
Clarisse y Wendy procuraban estar lejos en esos momentos, pero debido a su inexperiencia en el mundo de las relaciones de pareja, a veces causaban disputas enardecidas y escenas de celos subidas de tono.
Clarisse le decía constantemente a Wendy, a escondidas o por lo menos bastante alejadas de los dos, que esos dos no acabarían bien, que Steve se merecía algo mejor que esa repipi de Linda.
Al principio Wendy le reía las salidas burlonas a su amiga pero poco después descubrió que Clarisse sentía algo más que lástima por Steve. Le aconsejó que no se metiese en medio que podría tener serios problemas y que además se jugaban el estar en la revista.
Clarisse restó importancia a las recriminaciones de Wendy y le dijo que no se preocupara que no iba a pasar nada, y que además Steve a pesar de todo sólo tenía ojos para Linda, bien a su pesar.
No obstante Clarisse no dejaba de acercarse peligrosamente a él, la excusa que siempre ponía era que Steve era el único que le dejaba ver lo que escribía y que le enseñaba en que consistía verdaderamente el oficio de periodista. Y era verdad, ambas aprendieron mucho de él, pero a mitad de año, este intercambio de aprendizajes, pues ellas le hablaban de su tribu, sus costumbres, su forma de vida, sus ancestros, sus creencias, acabaron definitivamente con la relación de más de dos años de Linda y Steve.
Esa situación hizo que fiablemente todo el equipo se fijara en ellas, pues Linda las presentó como las culpables de su ruptura. A pesar de todo, no le sirvió de nada, pues ella era admitida y soportada por ser la pareja de quien era, uno de los mejores columnistas de la revista.
Lo peor, y lo mejor para ellas, fue que se quedó vacante el puesto de Linda y eso hizo retemblar algo la estructura de la revista, estuvieron a punto de suspenderla ese mes, pero Steve dijo que esa sección bien podrían cubrirlas las chicas de primer curso. La idea no entró muy bien así de pronto.
Steve lo pensó bien y cuando volvieron a reunirse para decidir que iban a hacer , él volvió a defender su postura arguyendo que la sección de anuncios por palabras, podía ser suplida por una sección dedicada a la cultura Arapahoe, al fin y al cabo era el lema del Instituto y eran los que le daban el nombre, asimismo explicó la procedencia de ambas y aquello pareció entusiasmar a la editor jefe que vio con buenos ojos el cambio y además políticamente beneficiaba la imagen pública del Instituto teniendo a dos alumnas Arapahos en su equipo.
Así fue como entraron en el mundo del periodismo.
Una casualidad que años más tarde le costó la vida a Clarisse.