DANZA
Sé que la emoción del principio ya nunca volverá. Son cosas del cielo.
La primera vez que hice este trabajo una corriente me recorría la espina dorsal, las manos me sudaban y a duras penas podía vestirme apropiadamente. Antes de eso tuve que pasar muchos días observando el cielo, las nubes, los vientos, el calor en la piel, el sol y la luna. Hacía meses que no llovía y eso marcaba un límite. No hizo falta mi diagnóstico, el Jefe me hizo saber que debía empezar el trabajo. Por eso me vestí, por eso concentré mi energía y por eso comencé el baile de la lluvia. Saltando y cantando estaba más cerca del cielo, como buscando sus ubres para que nos vaciara el fluido vital. Y llovió, muchos días, muchos litros. Sí, llovió. Un bautismo de éxito que ha continuado hasta ahora.
Hoy dejo la tribu y este oficio. Los últimos 12 meses han sido muy duros, sin resultados. El baile ya no puede con el cambio climático.
Son cosas del hombre.
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