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Trastos & Letras

sueños de una tarde en el salinar

Soplaba un leve vientecillo que no disimulaba el intenso calor de un
torrido día de verano. Los cuerpos se sumergían defendiendo su piel. En un
campo sin horizonte las cabezas parecían sandías maduras con ojos de aquí
para allá. Estaban a salvo. Sólo tenían que esperar unas horas y volverían
a disfrutar de la normalidad. El sol aguantaba su pulso, no quería
desaparecer sin cobrarse su tributo. Un coche y una cortina de polvo
rompieron el perfil plano del paisaje. Entraron en el campo de visión como
si el zoom de la pantalla de ordenador fuera fugando escalas. No tardaron
en parar. Se abrieron dos puertas a las que siguieron dos cuerpos. Se
plantaron y miraron alrededor desconcertados. Era el momento esperado por
el sol. Con un par de rayos directos los fulminó sin remedio.
Hay que ver estos guiris que poco saben del Somontano, se dijeron. Y
salieron de las salinas, blancos pero sanos, salvos y más sabios.

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