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Trastos & Letras

ENSAYO SIN PALMADA EN EL CULO (NONATO)

POR LA IGUALDAD

El mundo rural de Aragón debe echar el candado. Hace tiempo que se acabó la situación en la que los pueblos tenían vida, tenían sentido. Entonces la economía de subsistencia permitía tener familias extensas con muchas manos para trabajar en el campo y con el ganado. No se ingresaba mucho, pero se administraba bien y el sistema funcionaba. Los pueblos, hasta los más alejados en la montaña, estaban bien poblados y permitían su mantenimiento, el de las enormes casas de piedra y de los servicios comunes.

En la dictadura, el desarrollismo agrietó la estructura milenaria de los pueblos, no sólo los pirenaicos y de las sierras exteriores, sino otros de carácter modesto en los somontanos y el llano, como Monegros. Los llamados “polos de desarrollo” fueron más bien imanes para inmigrantes que desde las tierras del interior, de las zonas de montaña y de la rala agricultura de antaño, dejaron masivamente sus pueblos de nacimiento y asestaron una herida mortal a su futuro.

Muchos pueblos fueron abandonados en masa y al poco quedaron despoblados, otros han ido agonizando año a año haciéndose así más inviables.

 

Estamos en la era de la globalización, la que hace el globo más cercano y la que hace que el mundo gire a dos velocidades. La velocidad que sí funciona es la de las ciudades donde están todos los recursos a mano. La innovación, la investigación, la cultura y la sanidad están al alcance porque hay una población que las sustenta. La otra velocidad la lleva el mundo rural donde cada vez hay peores servicios públicos, los jóvenes no quieren vivir y las mujeres no tienen trabajo.

Si todavía hay población dispuesta a seguir en los pequeños pueblos del mundo no urbano es debido al gran esfuerzo público para subvencionar su subsistencia. Desde la PAC a los programas de desarrollo rural europeos, tipo LEADER, a los recursos sin fin de las Comunidades Autónomas, todo son puntales para un edificio que ya no se sustenta.

 

Tal vez deberíamos dejar que ese vetusto e ineficiente edificio rural se desrrumbe y construyamos una sociedad urbana más centrada y capaz de responder con eficacia a todas las demandas individuales y sociales a las que cada vez nos enfrentamos a mayor velocidad. No más discriminación, el mundo rural desaparecido todos estaríamos en el mismo mundo urbano, todos por igual.

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