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Trastos & Letras

AMARILLO

Se perdió su pista en el planeta amarillo. Un lugar que pareciera tocado por el rey Midas. No había diferencia entre el campo y la ciudad. Los edificios, las calles, el mobiliario brillaban bajo la incidencia de un sol amarillo fulgor. Los cultivos tenía un constante color trigo maduro y al ondularse como un mar interior recordaban las cabelleras de las jovenes habitantes amarillas movidas por una brisa costera. La vida no era ni blanca ni negra, tenía el color del oro, pero no su brillo.

Movido por la curiosidad viajé hasta allí y me empeñé en su búsqueda. Fui escalando peldaños en mi investigación y a los pocos días ya tenía localizada su casa, aunque no a él. A base de cerrar el cerco llegué a concertar una entrevista con una persona que habría de ser vital para mis pesquisas. Lo había conocido al poco de llegar allí y me dijo que eran amigos. En un largo circunloquio me explicó lo inadaptado que había vivido siempre, la paciencia que demostró para encajar en ese paisaje monocolor y por fin me relató que había muerto sin conseguirlo. Su piel negra fue incapaz de mutar de color y el planeta amarillo lo engulló. La excepción no se tolera.

Nunca más pisé un planeta de un sólo color.

 

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