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Trastos & Letras

Incomunicación

Y gritaba y gritaba, pero nadie debía oirle. Eran muchos kilos de escombros los que taponaban su paso y sus gritos de socorro. Ya habían pasado las horas y se serenó, buscó acomodo en aquel milagroso hueco debajo de la escalera, que por suerte no se había desmoronado. Su situación era angustiosa, pero lejos de caer en el desespero o el conformismo seguía pensando alguna fórmula para escapar de esa carcel de cascotes.
Pensó en sus compañeros de trabajo que abandonaron el edificio con tiempo y ahora estarían afuera empezando a olvidarse de él. Se acordaba de su familia, desde luego, pero no le preocupaba mucho, hacía tiempo que todos se organizaban de una manera autónoma, no sería un drama para ellos.
Miraba la enruena, que desafiante se había plantado a un metro del fondo de ese hueco donde subsistir, miraba a través de sus recovecos por encontrar un camino de luz que le manifestara que la vida podía atravesar esa mole de materiales de derribo.
Y la linterna? Solía llevar un llavero con una linterna. Era su amuleto, recuerdo de aquel viaje a Australia. Se revolvía con dificultad en el escaso espacio disponible intentando llegar hasta el fondo de sus bolsillos y al fin palpó algo. Su movil. No lo había dejado en la mesa de trabajo como era su costumbre, estaba ahí esperándolo. Lo sacó casi con violencia y lo encendió.
Bip-bip. Aviso de mensaje. Vaya casualidad. Es de Min:
-No hagas caso del derrumbe ha sido un montaje de broma. Empuja la primera capa de ladrillos y verás que todo cede. Ah! el teléfono de Borja es 97453490. No dejes de llamarle porque estás a punto de quedarte fuera del grupo. Eso significa el derrumbe. Un besico
- Borja, ha habido un desastre, se ha venido abajo el edificio de la oficina y estoy herido debajo de la escalera del segundo piso. Me sangra una pierna y no sé cuanto podré aguantar. Llama a los bomberos y no dejéis de empezar la clase por mí. Puedo morir, pero lo importante es que no perdáis la sesión aunque esté en peligro de sucumbir.
Se levantó, apartó la primera capa pesada de material y llegó a la de decorado que salió con facilidad. Bajó a la morgue y sacó un cadaver con un ligero parecido a él. Lo colocó en el hueco donde había estado confinado y rehizo el montón de escombros.
Salió por la puerta y tiró el movil a una papelera.
El polvo de sus pasos no se lo llevó nadie, pero tampoco les sirvió de pista.

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