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Trastos & Letras

Orgullo

¡No pases esa raya del suelo! Es el límite que generación tras
generación nos han ordenado respetar. Yo la miraba y sólo veía una línea blanca,
algo desleida por el tiempo, y en vez de fijar la vista en el suelo, la
levantaba y miraba más allá. Era inevitable para una mujer curiosa como
yo, llegó el día en que decidí ir al otro lado de ese límite. Con
naturalidad lo traspasé y seguí de frente. Nada ocurrió. No vi caerse
el cielo sobre mí, ni hundirse el suelo bajo mis pies. Todo fue muy
normal. Tras unos días de camino llegué a un claro donde se perfilaba la
silueta de una casita. Allí me dirigí, llamé, entré y me quedé. Desde
entonces vivo con mi compañera una historia de ternura, complicidad,
felicidad, impensable en mi tierra. Tenía que entrar en territorio
prohibido porque lo prohibido estaba hecho para mí.

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