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Trastos & Letras

EL REFLEJO

EL REFLEJO

 

                          EL REFLEJO

 

¡Han pasado tantos años desde la última vez que entró en el jardín!, que hermoso era pasear entre los rosales, sentir el perfume de los lirios, jugar en el laberinto de arbustos para por fin llegar a la escalinata de la mansión.

Tenían prohibido entrar en el recinto pero no podían resistirse al peligro, la recompensa al final valía la pena.

Aquella tarde de verano llovía con gratitud y era extremadamente peligroso escalar el gran muro de piedra pero el jardín clamaba a voz en grito a las jóvenes muchachas que un día mas rompieran las reglas y recorrieran sus límites.

-¡Rebeca ten cuidado resbala mucho, coge mi mano!,

-las manos de ambas muchachas se unieron en u n esfuerzo a la vez que un gran relámpago desgarró el cielo atormentado de nubes.

-Casi no lo consigo y hoy es el día, no podemos perdernos el acontecimiento.- Julia rebosaba de alegría y su rostro era el vivo reflejo de una aventurera en pleno descubrimiento, pero no era la primera vez que eran participes en la gran mansión, solo ellas dos habían sido aceptadas, aquello sirvió para separarlas del grupo. Hacía meses que ya no quedaban con los compañeros de universidad para tomar algo, o para charlar sobre las clases, se habían ido distanciando hasta el punto de perder muchas de las clases.

-Vamos Rebeca no podemos llegar tarde hoy,

-Si pero precisamente tenia que ser hoy, hoy que no he dormido casi,

-no te quejes tanto que siempre le pones impedimentos a todo, se dijo hoy pues que más da, además no te parece excitante vamos a poder ver que hay dentro…,

-desde luego lo es.

Cruzaron el jardín entre lluvia y barro, pasaron el laberinto para acceder a la escalinata, la lluvia entristecía las piedras, todo era más gris.

Se abrieron las puertas y emergió el gran salón de espejos, no podían mirarse en ellos, estaba prohibido, si rompían las reglas serian expulsadas, pero Rebeca sabia que su aspecto era horrible, le había caído toda la fuerza de la tormenta encima, además el jardín estaba embarrado y sus pies junto con los bajos del vestido también

Comenzó a sentirse angustiada, no le gustaba ir sucia ni desaliñada, debía hacer algo al respecto, pero si miraba al espejo se perdería la oportunidad de verlo.

-¿Julia voy muy mal?

-Cielo, ni más ni menos que yo, a las dos nos ha caído una buena encima, y comenzaron a reír mientras atravesaban el salón.

-Ya se oía la música cada vez más cerca, pero Rebeca sentía un dolor tremendo en el pecho,

-Julia no me siento bien…

-Lo se, yo tampoco pero hemos de hacerlo, será nuestra liberación, ya nadie podrá hacernos más daño, vamos compañera haz un esfuerzo y dame la mano, entraremos las dos a la vez.

Se abrieron las puertas, y un gran espejo blanco reflejó el haz de luz del rayo de la tormenta deslumbrando a las dos mujeres, el ruido era atronador, la presión de sus pechos latía al ritmo de la música….

-¿Julia que sucede? ¿Por qué no puedo moverme tengo los brazos inmóviles, y siento un gran calor en mi cabeza, que esta sucediendo?,

-No se algo no va bien yo siento lo mismo y creo que me voy a desmayar…

Señores hemos llegado al punto crítico, hay que inyectar y llevarla a la sala de aislamiento, temo que pueda atentar contra su vida. Rebeca fue llevada a la celda de aislamiento donde las paredes acolchadas no la dejaban ver su jardín, dónde no había espejos en el que reflejarse, y dónde la música no sonaba.

 

1 comentario

VIRGINIA -

Recuerdo este texto del curso! Me dejo encantada el final y creo que sería un buen principio para algo más largo