Hay amores que matan
Al escuchar el portazo de entrada a casa sabia que esta noche tan poco sería tranquila , lo que ignoraba cual era el motivo que hoy utilizaría mi marido para golpearme y humillarme una vez más.
- Maria, donde cojones esta tu tarjeta del banco – vocifero mi amado esposo.
Volví acariciar una vez más mi maleta de piel y la empuje debajo de la cama por miedo de que el la encontrara
- ¿Donde esta la tuya?, yo ahora estoy con la cena y no puedo mirarlo – dije armándome de valor- además, para que quieres ahora la tarjeta del banco a las 8 de la noche?
- Mira Maria, ¡no me toques los huevos que me tienes harto! Mira la carta del seguro de coche acabo de recogerla del buzón y dice que la han devuelto, te dije que quería el dinero en el banco antes del día 10.
- Bueno Anton,no armes un drama por eso , ya lo miraras mañana que tienes todo el día ,
- Ya estas echándome en cara que no trabajo hija de puta, ¿cuantos años te he mantenido? ¿Qué te crees que limpiando cuatro escaleras guarras mantienes esta casa?
- Yo no he dicho nada, deja la carta encima del recibidor que mañana hablare yo con el director del banco.
Sabía que no podía darle la tarjeta de crédito, todo mi plan se iría al traste. Como no se me ocurrió mirar el buzón antes de subir a casa , hacia diez días que vivía con el corazón en un puño , pero mañana seria el gran día y no podía dejar que esto lo estropeara.
- De eso nada, ahora mismo bajare a mirar que es lo que ha pasado y como no hayas ingresado el dinero en su día hoy vas a dormir calentita, me tienes harto, no sirves para nada.
- Bueno Anton, por lo menos cena antes y ahora mirare donde esta la dichosa tarjeta.
Fui hacia la habitación y volví a mirar bajo la cama, ahí estaba la maleta, metí la mano y en el bolsillo exterior saque el sobre, el billete, el pasaporte, el DNI, el dinero… estaba todo.
Respire hondo.
Abrí la mesilla, y busque en mi monedero allí estaba la tarjeta de crédito.
- Aquí tienes la dichosa tarjeta de crédito – dije.
- Pues déjala ahí y a partir de ahora la voy a tener yo, que mucha libertad estas teniendo tú últimamente, y acuérdate de lo que te digo que como no hayas ingresado la pasta, tú sales hoy en las noticias, lo que te hice ayer van a ser cosquillas.
Definitivamente tendría que hacerlo hoy, si no quizás mañana sería muy tarde. Las manos me sudaban y el corazón parecía que me iba a salir por la boca, pero a mis 33 años me quedaba mucho por vivir y no iba a permitir que siguiera matándome poco a poco cada día.
Busque a toda prisa un chándal y unas bambas que pensaba ponerme y coloque mi abrigo en el colgador de la puerta, me metí en el baño a la espera de que terminará de cenar y saliera hacia el cajero, tenia solo 5 minutos era muy poco, era casi un suicidio, si me encontraba con el por las escaleras lo tenia todo perdido.
Las 21 de la noche, hasta las 6 no salía el tren de la estación de sants, una angustia me invadía la boca del estomago, escuche un ruido y un portazo, corrí hacia la habitación saque la maleta sigilosamente mientras escuchaba el sonido del ascensor subir, al oírlo alejarse hacia abajo salí y cerré la puerta, al cerrar me di cuenta de que me había dejado las llaves dentro, pero ya no las necesitaría, quien querría las llaves del mismísimo infierno.
Apreté el botón del ascensor que parecía tardar una eternidad, los nervios me impedían esperar más, baje por las escaleras hasta el primer piso, la puerta de la entrada se abrió, el corazón se le paralizó
Antón……………, me quedé agazapada en la oscuridad del rellano, espere a que su Antón se metiera dentro del ascensor, iba sacando sapos y culebras por la boca, daba gracias a Dios de que esta vez no iba a descargar su ira contra mi
Bajé las escaleras con miedo y al salir a la calle deslumbré un taxi que paraba a un pasajero.
- Por favor a la estación de sants – dije con la voz entrecortada
- Vale, vale, pero deja que salga la señorita del taxi – dijo el taxista bastante malhumorado.
- Puedo sentarme delante
- Si , hombre ,si, ahora meteré su maleta
Mientras el hombre metía la maleta en el maletero, le vi aparecer, cerré los ojos intentando que desapareciera, pero no lo hizo
El taxista se metió en el coche y se dispuso a arrancar, de repente paro bruscamente y dijo, conoce a ese señor que nos hace señas?
- Si, es Anton, pero por favor acelere , no me gustan las despedidas
- Debería decirle algo- dijo el taxista como divertido
Abrí la ventanilla y grite :
Adiós, Anton , Adiós
El gritaba , pero ya no escuchaba nada
- Se ve que le quiere mucho – dijo el taxista
- Hay amores que matan – dije cerrando la ventanilla
2 comentarios
Virginia -
marinera -
has llegado un dia tarde al ddía en contra de la violencia de género.
Esta bien pero vigilame los acentos y vigila las expresiones se quedan muy cortadas.
Un beso