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Trastos & Letras

HIELO

No pude dejar de observarlo. En el suelo, junto a la cama en el lado de su mesilla, había un charco de agua. Imposible reprimir mi curiosidad. Le pregunté.
- Creo que mis sueños deben ser muy tristes porque cada día al levantarme encuentro un charco de lágrimas en un costado de la cama.
Pobre Carina, lleva sola muchos años, se debe encontrar mal.
Otra noche, el calor no me dejaba dormir y fui a la cocina a beber. Al pasar por su dormitorio vi la luz encendida y empujé la puerta levemente para apagar. En la primera mirada no entendí la situación. Carina rodeaba con sus brazos una especie de escultura traslúcida. Conforme fui fijando la atención me di cuenta de que era la figura de un hombre, pero parecía, qué sé yo, como de hielo. Tanto debí estar en la puerta que al final, en un movimiento en la cama, se quedaron encarados a mí. Me quedé paralizada absurdamente y ellos me miraron con el horror de quien es pillado in fraganti. En ese momento él se levanto de la cama quedó erguido junto al lateral y se deshizo como por efecto de un fogonazo de calor.
Un charco de agua en el suelo es todo lo que quedó. Y Carina, se durmió profundamente.

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