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Trastos & Letras

gotas de vivir

Los días se le hacían interminables. Más bien los días y las noches. Todo era un continuo, sin líneas de color que lo separara, sin ruido ni silencio, en un absurdo vacío rasgado de oscuridad. En realidad nada de esto lo supo hasta después, por entonces era insensible, no era nada, y sin embargo era consciente. Tuvo que ser la lluvia, el agua mágica, la que obró la metamorfosis. El capullo se abrió y explotó en colores y aromas que impregnaron de luz la luz y de música al sonido dando volumen a su vida. Luego pasó, pero la vida en aquellos instantes le compró la eternidad, esa que está esperando para escalar por tu talle en cuanto otra nube venga para mojarte. Por favor, no traigas paraguas.

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