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Trastos & Letras

ARRIBA Y ABAJO (3) "AQUI EMPIEZAN LOS DEBERES PARA EL SABADO"

Manuel había empezado a odiar el sonido del teléfono, cada vez que lo descolgaba una nueva mala noticia le llegaba.

La melodía chicharrera volvía a la carga. Manuel cogió el móvil con la idea de lanzarlo lo más lejos posible, y si se hacía trizas, mejor que mejor. Pero un último impulso hizo que leyera el nombre en la pantallita alargada: Diego.

¡Hombre Diego! Menos mal que eres tú, por que últimamente tengo ya miedo de coger el puñetero móvil.

Hola Manuel. Pues lo que te voy a decir no es precisamente muy halagüeño que digamos.

No me jodas Diego. Sabes que sólo te tengo a ti. No puedo ni siquiera hablar de éste tema con Laura

Manuel tienes que hacer algo por remediar esta situación. Yo ya no puedo salvarte más el culo. Me juego el puesto, y yo tengo un hijo.

Por favor, dime que puedes hacer algo, que hay alguna solución.

Si hablases con Laura, todo sería mucho más fácil. Ella podría echarte una mano, además ella conoce bastante gente, y podría serte útil.

¡No! Diego, ¡Eso no! Por nada del mundo debe enterarse Laura de esta eventualidad.

Pero hombre, esto ha llegado a límites alarmantes, ya no puedo desviar más dinero a tu cuenta, lo único que puedo hacer es poner el dinero de mi propio bolsillo, y…

Diego, por favor, te lo pido de rodillas, ayúdame. Sabes que Laura no está bien desde lo del aborto, y esto no sé como lo encajaría.

Manuel si quieres le puedo decir a Elora que hable con ella. Las mujeres para esto suelen tener más tacto.

¿No me digas que se lo has dicho ya a Elora?

No, pero lo estaba pensando como alternativa.

Mira, dame tiempo, un par de meses a lo sumo, y si no hay remedio, yo se lo digo. Hazlo por mí. Ten confianza. Esto no puede durar mucho más.

Manuel oía la respiración de su amigo al otro lado del teléfono, y por el sonido que emitía, Diego estaba valorando el tema, muy seriamente, de hecho, Manuel cada vez estaba más seguro de una negativa, y no podía reprochárselo.

Manuel, no me lo hagas más difícil, eres mi amigo desde que empezamos la universidad, y sabes que no sé negarte nada, pero en este caso…

No sigas Diego, eso es un no, ¿no es verdad?... Pues tranquilo ya veré como me apaño, no quiero que te sientas mal por mi culpa. Es mi problema, mi puto problema.

Manuel estaba colapsado, el rostro casi amoratado, de rabia e impotencia. Prefería cualquier cosa a tener que decirle a Laura la verdad.

Manuel, tienes 5 meses de retrasos en tus pagos, yo no dispongo de tanto dinero y lo sabes, hasta ahora he tapado el agujero como mejor he podido, pero ya no puedo, es imposible. Piénsalo. Lo único que se me ocurre es pedir un préstamo a mi nombre, pagar las deudas y como mucho mucho tendrías para tirar un mes más.

Gracias, Diego, gracias. Eres un amigo. No sé como podré agradecerte todo lo que estas haciendo por mí.

Una cosa, sólo una, pero muy importante. Debes convencer a Laura para que deje de gastar a ese ritmo tan endiablado.

Pero…

Manuel… ¿sabes cuánto se ha gastado con la visa hoy, sólo hoy?, pues te lo leo literalmente: 3465€, eso no hay bolsillo que lo resista, y mucho menos el tuyo.

¡Dios! Hablaré con ella hoy mismo. No sé como lo voy a hacer… ¡Dios mío, ayúdame

Sí, Manuel. Vas a necesitar sagacidad divina, para hacerle entender las cosas sin decirle  la verdad.

 

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