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Trastos & Letras

ARRIBA Y ABAJO (2)

Todo iba a pedir de boca, Manuel desarrollaba su labor en la empresa como si llevase toda la vida en ello. De hecho cobró gran importancia y renombre en el colegio de Arquitectos de Barcelona, también en el de Madrid, y por ende toda la península.

Gervasio su padre estaba híper orgulloso de su hijo y a todo el mundo le contaba mil y una anécdotas sobre Manuel.

Durante más de dos años Manuel trabajó en la empresa de su padre, pero pronto quiso alzar vuelos en solitario. Se puso en contacto con el Jefe de Personal de Arriba y Abajo, para que le facilitase el traslado a Barcelona, donde él se encontraba como pez en el agua.

No le costó mucho convencerlo, de hecho, en la ciudad condal se estaba preparando por enésima vez la reconstrucción de la Sagrada Familia, y empezaba el boom inmobiliario por los alrededores, sobre todo por la zona costera.

Así que volvió otra vez a tierras catalanas. Allí se reencontró con su gran amigo de la universidad: Diego.

Diego fue su amigo del alma, el que le aguantó las grandes borracheras, el que le soplaba los exámenes, el que le prestaba dinero cuando se quedaba colgado, el que le prestaba el piso para llevar a sus novias de una sola noche , como mucho una semana.

También fue el que le presentó a la que sería su mujer: Laura. Una chica guapísima, de origen económico familiar comparable al de Manuel.

Laura se fue a vivir con Manuel ocho meses después de conocerse, y no habían pasado ni un año juntos que ya se habían casado.

Además del trabajo en la empresa, tenía aparte gracias a los contactos que Diego le facilitó, ingresos extras de empresas constructoras que le pagaban en negro.

Manuel y Laura, llevaban un tren de vida endiablado, y por más que gastaran, nunca se les acababa el dinero.

Diego era director del Banco Sabadell, y convenció a Manuel de que se abriese allí su cuenta, ya que él la vigilaría como oro en paño. Y si había algún tipo de problema que mejor que él para ayudarle a capear el temporal y de paso encubrirle ciertos movimientos de dinero no muy legales.

Laura y Manuel fueron los padrinos de boda de Diego, y Diego y su mujer Elora, fueron los suyos. Los fines de semana siempre quedaban a comer o a cenar.

Entre los clientes del uno y del otro, ambos se rodearon de un círculo muy selecto. Llegaron a ser presidente y vicepresidente del club de golf de Barcelona. Además ambos eran adoradores de la vela, y también se metieron en el mundo de la navegación, y se unieron al ambiente más selecto del club de regatas de la ciudad condal.

Diego y Elora tuvieron dos niños, mientras que Laura sufrió una aborto extrauterino, que le daño parte de las trompas quedando imposibilitada para la maternidad, pero como eran jóvenes tampoco les dio mucha pena.

Laura, que trabajaba de auxiliar en una clínica privada dejó su trabajo, por que Manuel tenía suficientes y más que sobrados ingresos para mantener todos sus gastos y vicios.

Después del aborto, Laura aprendió a desahogar su frustrada maternidad mediante la compra impulsiva y alocada de toda clase de objetos y ropas que luego nunca usaba o terminaba por regalar.

Manuel no se preocupaba en exceso por esta conducta pues no le suponía ningún quebradero de cabeza adicional, su trabajo era autosuficiente para todas estas compras indiscriminadas

Pasados unos años, aproximadamente allá en el año 2005 decidieron comprarse un chalet en la zona de Roses, una segunda vivienda que les valía la friolera de 800.000 euros.

 

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