NO TE OLVIDÉ
NO TE OLVIDÉ
—¡Paulino! ¡Paulino! —gritaba desesperada.
Sólo lo veía a ráfagas entre la multitud agolpada. Mientras luchaba por hacerse un hueco y llegar hasta él, Paulino desaparecía y reaparecía como si de un pelele se tratase. Lo vio sangrando por la ceja, chorrear sangre de la boca. Los pocos metros que les separaban se le hicieron interminables a Marina.
Marina era una mujer menuda, con el pelo corto, bastante delgada, que practicaba mucho deporte. Ella no trabajaba y por las mañanas, nada más levantarse se iba a correr unos kilómetros, al volver a casa se quedaba en la piscina climatizada y aprovechaba el agua para hacer los estiramientos. Después se dedicaba a las labores propias del hogar y por las tardes practicaba “spinning”.
A pesar de sus cualidades de atleta adquiridas durante años, se veía imposibilitada para llegar hasta Paulino. Llevaba bastante tiempo sin verlo aparecer. La gente jaleaba a los combatientes con ardor, y cuanto más cerca de la acción estaba más difícil le resultaba abrirse paso.
Cuando llegó a la primera fila y pudo ver por fin a Paulino…
Fue una fracción de segundo, él yacía en el suelo, mientras otros cuatro, le propinaban toda clase de patadas y golpes. Paulino estaba inconsciente.
—Aún no sé como sucedió todo —respondía al fiscal de la acusación sentada en el banquillo—. Sólo recuerdo a Paulino tendido en el suelo, mucha sangre, y botas y puños americanos. No se bien lo que paso.
—¿Quiere decir Ud. que no recuerda nada de lo que les ocurrió a los cuatro agresores de su novio?
—Paulino no es mi novio. Nunca lo fue. Pero…
—Prosiga Srta. Pero… ¿Qué?
—Nada. No tengo nada que añadir.
—¿Desde cuando se conocían Ud. y el Sr. Paulino?
—Pues ahora hará…
—No me refiero a ahora, si no al momento en que se produjo el hecho que estamos intentando juzgar.
—No lo sé, con exactitud, pero alrededor de unos 4 años.
—¿Qué tipo de relación mantenían en ese tiempo?
—¿Quiénes…, Paulino y yo?
—Si Srta. a eso me refería.
—Protesto —saltó de inmediato el abogado defensor de Marina—. El fiscal está preguntando cosas que no son relevantes para el caso que nos ocupa.
—Se admite la protesta —sentenció el Juez de la Sala de lo Penal Nº 5—. Haga el favor de atenerse a los hechos Sr. Fiscal.
—Está bien —El fiscal hizo un mohín de fastidio, se ajustó la corbata al cuello y prosiguió—. No es verdad Srta. que usted se bastó sola para acabar definitivamente con los cuatro agresores de Paulino.
—No lo recuerdo.
—Hemos oído varios testigos en esta Sala a lo largo de 14 días que atestiguan, bajo juramento que así fue.
—Pues si ellos lo dicen será verdad. Pero la verdad es que con lo menuda que soy no me imagino que yo pudiese con 4 hombretones que me sacaban mucha altura y corpulencia.
—¿Cómo es posible Srta. que Ud. se acuerde del aspecto físico de los agresores y no recuerde que pasó con ellos y cómo acabó toda la pelea?
—Pues no lo sé —respondió marina tranquila y fríamente, como si no fuese con ella.
—No hay más preguntas —aclaró el Fiscal, y se retiró a su asiento.
Después de varias hora de interrogatorio, y de las intervenciones finales tanto del Fiscal como del Abogado defensor de Marina. El caso estaba visto para sentencia.
En los próximos días el Juez dictaría Auto de Sentencia.
Marina fue esposada nuevamente y llevada a la cárcel de mujeres de Alcalá Meco en régimen de prisión preventiva
2 comentarios
Marinera -
jjejjejeje
Un beso y que alegría me da verte otra vez
Escribe tú algo, jejjejjeje
que te echo de menos, mucho de menos
Un beso
NACHO -
Por cierto, igual me paso de listo pero creo que Alcalá Meco es cárcel sólo para varones.