Blogia
Trastos & Letras

ARRIBA Y ABAJO

ARRIBA Y ABAJO

ARRIBA Y ABAJO

—Hijo, date prisa o vas a llegar tarde a tu graduación —me reprochaba mi madre al otro lado de la puerta de mi habitación.

—Mamá, por Dios, déjame tranquilo, me sobra mucho tiempo.

—Manuel, lo siento… Es que… Estoy muy nerviosa ¡Jolines! No todos los días se te gradúa un hijo en Arquitectura. Y además, con tus notas que…

—Que ya lo sé mamá. ¿Cuántas veces me vas a repetir la misma perorata? Estoy por no ir.

—Eso ni en broma Manuel. Tu padre y yo hemos luchado mucho en esta vida para darte esta carrera.

—Mamá, no te pongas así… Anda, que era una broma tontuela.

Manuel siempre tuvo muy presente, a lo largo de su carrera, su procedencia. Una clase social media, que sin llegar a ser alta, se encontraba en una situación económica financiera aceptable. Pero aún así, era plenamente consciente de que el hecho de estudiar fuera, los gastos de material y libros eran excesivos para su familia, compuesta por cinco miembros: sus padres, una hermana mayor y un hermano pequeño.

El padre de Manuel, trabajaba de Delineante en una gran empresa dedicada a hacer estructuras de diseño para los Ayuntamientos de España. Concurso Público que salía, concurso en que estaban presentes con varios proyectos avalados por las empresas de construcción que formaban el Grupo Empresarial “Arriba y Abajo”.

Su sueño era llegar a Aparejador, pero claro, D. Gervasio, no tenía estudios de ninguna índole, y como su mujer, Amalia, no trabajaba, en sus tiempos jóvenes tuvo que desarrollar varios oficios simultáneamente.

D. Gervasio, ya había hablado con sus jefes para intentar meter a Manuel como Arquitecto, y la verdad fue que el proyecto que presentó en la oficina días antes de su puesta de largo en la Universidad de Pompeu i Fabra, hacía gala de su buen talante, su buen hacer y su impecable minuciosidad al realizarlo.

D. Martín que era el Delegado de Personal de la empresa, le dijo a Gervasio que su hijo podría entrar en su empresa cuando quisiese, que siempre tendría las puertas abiertas. Y el hombre no cabía en sí de gozo cuando fue con la noticia a casa.

A Manuel le hubiese gustado más irse lejos y ganarse la vida fuera de casa, pero se sentía en deuda con ellos y aceptó, no exento de alegría el trabajo en la misma empresa que la de su padre.

Ese día era especial, era como una boda, pero sin novia, toda la familia estaba allí para celebrar el primer triunfo de un Ruiz Morales en Arquitectura con mayúsculas.

Cuando acabó todo el festín y la parafernalia del ritual en sí, la familia Ruiz Morales se fue a su casa.

Manuel se desabrochó la corbata, que durante todo el día le había oprimido la garganta, tanto que se le quedó completamente seca al hacer el discurso delante de todos sus compañeros.

Aunque su voz sonó levemente enronquecida, salió airoso de la su intervención pública.

En dos semanas tendría que empezar a trabajar en serio. Pero hasta entonces decidió darse unas pequeñas vacaciones en la playa.

Continuará…

1 comentario

Nacho -

El día ha declinado y acabo mi deseo de ponerme al día con el blog, o sea leer todo y lo que tú sólo has escrito. Es una pena que esto sea tan lejano a lo que yo hubiera deseado, pero es lo que hay.
Sobre la novela que has empezado espero ver por donde discurre.
Envidio tu calidad de corredora de fondo, tu oficio y el producto que puedes sacar cuando no te desbocas.
Buenas noches, estoy agotado y tengo que "hacer bondad"