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Trastos & Letras

Los copos de nieve temblaban temerosos de caer. Tenían miedo de perder la pureza de su estado blanco, inmaculado, en cuanto aterrizaran. El cielo, más confiado, se iba poniendo gris y gris más anciano, a punto de explotar a llorar. Era lo esperado, los días de Navidad han de cubrirse de blanco para hacer de esa imagen su postal más realista.

Y nevó. Empezó con un tímido toscón que duró apenas cinco minutos, después se desató la tempestad. Nevó el día 24, toda la noche, nevó el 25 y sin parar hasta 25 meses después del día de Reyes. Entonces cesó. Nadie pensaba ya en una blanca Navidad porque la blancura lo había arruinado todo.

Fue a partir de ese año que la tierra entró en la actual edad glaciar. No supuso ningún trauma, sin embargo. Ya sabemos lo adaptables que somos los humanos. Se excavaron galerías y en cierto modo se volvió a la vida cavernícola, los pocos que pudieron sobrevivir.

 

Podría acabar así:

Estos días de fin de diciembre vengo soñando con una blanca Navidad, pero al leer este cuento, he sido feliz teniendo unos días fríos, secos, levemente soleados, pero sin nieve. Tras las ventanas de la Residencia la meteorología es mi distracción. Miro y miro el tiempo mientras aguardo la llegada de mi hija, su mujer y ese diablillo de hijo que me trae loca. Es una razón más para mi encierro en este psiquiátrico.Todo es tan negro aquí que, a pesar de todo, casi preferiría que nevara, que todo quedara cubierto de blanco. Que cayera una lápida blanca sobre mi vida tapiada en este agujero.

 

Otro final:

Un día soñé con una Navidad radiante, calurosa y solar, sólo tuve que cerrar los ojos y al abrirlos aparecí en Manly beach en la bahía de Sidney. ¿Era posible? Ya no vagaba por los estrechos túneles que me habían encorvado la espina dorsal. Podía ver con normalidad, atrás la ceguera por vivir en la oscuridad casi absoluta. Me hice con una tabla de surf y enseguida estaba sobre las olas dominando su manejo. En mi ilusión no caí en la cuenta de que Navidad en el hemisferio sur es en verano, por eso me extrañé de ver unos nubarrones muy negros crecer en el mar. Al poco estaba nevando copiosamente y la gente trataba de cobijarse a toda prisa. Y nevó el día 24, toda la noche, nevó el 25 y sin parar hasta 25 meses después del día de Reyes. Entonces cesó. Nadie esperaba una Navidad blanca en pleno verano, pero lo fue y lo arruinó todo. Empecé a excavar galerías y a volver a la época cavernícola.

Cuatro barrotes de acero me separaban del mundo y en mi mente sólo había nieve. Volví al taburete y seguí escribiendo esta historia mientras tocaban a cenar. Lo de la gran nevada suena terrible, pero este penal es mucho peor, creerlo.

1 comentario

marinera -

jajjajajaaj+
me encanta, pero hoy no tengo tiempo por lo tarde que es de ponerte otro final, aunque el del penal me suena irreal y desproporcionado.
De todas formas agradezco tu esfuerzo y el monton de textos que estás colgando
estos días de vacaciones espero tener algo de tiempo para escribir