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Trastos & Letras

En el mundo de la farándula somos lo que mostramos. Nunca estaré enfermo, aunque me muera, porque la mirada no me traicionará, ni un gesto de flaqueza, ni un temblor en la piel, ni en los párpados. Todo se desmorona, pero mi ademán seguirá impasible, mi voz uniforme, mi aspecto sin mácula. Un artista debe cuidar su imagen si quiere mantener su "appeal".
Mira ahora el reverso de la piel y leerás las dudas, las inquietudes, los miedos, las muertes que encierra la fachada del hombre estrella. ¿Con quién habrá de confesarse para rehidratar su vida, para hacer de nuevo de piedra el cartón de su imagen? Es eso o desmoronarse por dentro. Nadie es indemne a los surcos del tiempo, a las dentelladas de los próximos ni a las reflexiones propias. Pero el artista no lo aparenta, a él no se le ve.
Desdichado fingimiento, zanja que cierra en círculo la soledad descompuesta de quien no puede llorar. Hasta que decide llorar y el llanto brota como torrente, como voz de canto brillante, con toda intensidad y total liberación. No hay más solución que levantarse, por veces que se haya caído, porque caerse es natural y alzarse nos hace personas.

Si yo lo sé no es porque sea adivino, es porque lo creo. Ahora, créelo tú mismo.

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