El amor no tiene sexo
—¿Por qué no me chupas la polla?
—Por que no me da la gana. ¿Qué pasa?
—¿Por qué no te desnudas para mí?
—Pero… ¿No eres capaz de pensar en otra cosa?
—Yo no pienso nada. Tú no me quieres
—Pues mira… Podría ser. Me levanto y me acuesto con las mismas palabras en el oído. ¡Chupame la polla! ¡Déjame las tetas!
Pablo la mira de reojo. Su mirada es de asco, de reprobación y de cabreo monumental, todo ello a la vez.
—Me voy a buscar otra mujer, tú ya no me sirves para nada. Tú sólo quieres mis dineros.
—Pero si llevas en el paro más de 10 meses, y antes de estar ahí, llevabas 5 meses sin cobrar. ¿Qué coño me estás contando, tío?
—¡Claro! Ahora que ya no gano dinero ya no soy nada. Soy una mierda que no tiene derecho a disfrutar del sexo con su mujer. Pues que lo sepas, si tú no me das lo que quiero, me iré de putas.
—Pues ya estás tardando, y sobre todo págala bien, no vaya a ser que encima de todo te ponga calentorro y luego tenga yo que pagar el pato. Pero que sepas que si te vas de putas aquí ya te puedes ir olvidando de vivir.
—¡Y una mierda! Si me voy de putas es por que tú eres una estrecha de mierda. Me voy a buscar otra
—Mejor búscate dos, por que a una sola la vas a agobiar y te vas a quedar más solo que la una.
—¡Zorra! Tú eres capaz de cualquier cosa con tal de que no te toque.
—Sabes que te digo… ¡Qué me das asco! Toma coge 100 euros y hártate de follar, cacho de cabrón, mal nacido, desgraciado. ¡Venga… Cógelo y vete de putas! ¡Vete de una maldita vez!... y no vengas hasta que estés harto de putas, tetas y de mamadas.
Pablo cogió el dinero sin pensarlo y echó escaleras abajo como un poseso.
Llegó a casa a las 10 de la noche o poco más. Metió la llave en la puerta. La llave estaba echada. Abrió la puerta despacito. No se oía ni un ruido. Las luces y la tele estaban apagadas. Se fue directo a la habitación. La cama estaba hecha. Abrió los armarios. Laura se había ido y se había llevado sus pertenencias. Fue al baño, también se había llevado sus cepillos, horquillas, peines, champús y hasta su gel de baño de esencias florales.
Recorrió toda la casa, ni una sola nota, ni un aviso en la nevera. Nada.
—¿Quién es? —respondió Laura al descolgar el móvil
—La señora Ramírez, ¿es usted? —preguntó una voz desconocida al otro lado del teléfono.
—Sí, soy yo ¿Qué pasa?
—Hemos encontrado a su marido en el baño de su casa en avanzado estado de putrefacción.
—No sé nada de él desde hace varios meses, día en que le abandoné.
—La muerte ha sido por suicidio según el forense, ¿Le importaría venir a reconocerlo?
—Pues la verdad…
—Sólo será un momento señora. Luego estará usted libre…¡Por favor!
—Está bien, en dos horas estoy allí.
—Sí, es él. No me cabe ninguna duda.
—¿Tiene idea de por qué se ha suicidado?
—No. No tengo ni idea. Pero…
—Pero… ¿Qué?
—Se me ocurre que alguna otra zorra también se haya negado a comerle el rabo, y con dos negativas no pudo… Un placer agente. Si no se le ofrece nada más, yo me voy.
3 comentarios
Virginia -
marinera -
Muchas gracias
Un besito
nacho -
Para ti lo practicar el diálogo va a ser un juego aburrido, pequeña.