PARTES SIN PUENTES
Me lo contó una brecha hendida en el hielo. Su autoridad partía el lienzo blanco y mostraba su profundidad. Por ahí se colaba la vista hasta el vacío abisal. Un lugar tan amplio donde cabía todo, hasta la nada.
Me dijo: un bloque de hielo, que es una superficie perfecta, lisa, deslizante y facil de entender, puede ser un refugio. Increible si se piensa en su apariencia inhóspita, inasible, en su frío constante y su soledad. Pero para quien se encuentra entre placas de hielo todo eso no cuenta. Uno hace su mundo con el ondear de la vista, con las manos que palpan el presente, con los pies que hacen de sus pasos, recuerdos. Igual da selva, que desierto, que hielo polar. Tu hogar está donde te encuentres.
Las brechas separamos grandes extensiones de agua helada. Me explicaba. El hielo siempre es igual, tiene el mismo color, textura y temperatura, no importa hacia donde dirijas la mirada de vapor helado. Todo parece uniforme, pero tu vida lo hace singular. Uno se crea a pálpitos su propia conciencia en cada lugar.
Crucé al otro lado del hielo, superé la grieta, ese tajo oscuro, enigmático, y me sentí distinta. La naturaleza es la perennidad, nosotros somos un paisaje emocional transportable en el bolsillo. Pero faltan puentes, para mí el hielo nunca será igual a ambos lados de la hendidura. Su gran boca inerte dice que no lo entiende, pero sé que lo corrobora.
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